Monjas asesinadas por ir a misa. Entrevista a sor Modesta Moro Briz Hay tres mártires beatificados del 31 de octubre de 1936: dos monjas asesinadas por ir a misa y un sacerdote capuchino asesinado en Olot


Tres mártires del siglo XX en España terminaron su pasión en 31 de octubre de 1936. Sobre el sacerdote capuchino Jesús Miguel Girbau (Timoteu de Palafrugell), de 39 años, al que asesinó el comité de Olot junto a otros presos para evitar su traslado a Gerona (donde habrían estado supuestamente protegidos del terror revolucionario) puede verse la entrada del 24 de marzo.

En las islas británicas se conmemora el martirio del hermano jesuita irlandés Domingo Collins (1601); en Polonia, el del beato sacerdote Leon Nowakowski (1939). En Rusia, la Iglesia ortodoxa rusa ha glorificado a cinco mártires de 1937: dos arciprestes (Andrés Voskresensky y Sergio Gusev), dos sacerdotes (Sergio Bazhanov y Nicolás Sokolov), más una laica (Isabel Krymova).

Modesta (Rosalía) Moro Briz e Isabel Sánchez Suárez

Las dos mártires de hoy contaban, aquel 31 de octubre de 1936, 30 y 35 años respectivamente.

-Sor Modesta, usted ingresó en las Hermanitas de la Caridad en 1922. ¿Dónde estaba al estallar la Guerra?
-En la farmacia de la Casa de Salud y Maternidad de Santa Cristina de Madrid. Cuando nos expulsaron de allí, fuimos a la casa provincial de las vicencianas en Martínez Campos, 18, que se encontraba convertida en hospital. Al aumentar el número de refugiados la visitadora en funciones envió a alguna hermana a distintas pensiones.

-¿Usted se ofreció voluntaria?
-Sí, junto con sor Pilar Isabel, que era también joven.

-¿Volvieron sin embargo a la casa provincial?
-Como sabíamos que se celebraba misa, intentamos volver para asistir a la de la fiesta de Todos los Santos. Al salir de la pensión de la calle del Prado 12, en la que estábamos, nos detuvieron milicianos del Ateneo Libertario de Vallecas.


-¿Les preguntaron si eran monjas?

-Sí, nos identificamos como Hijas de la Caridad al ser preguntadas.

-¿Eso bastó para condenarlas a muerte?
-Sí, nos fusilaron esa misma noche en el kilómetro 6 de la carretera de Toledo.

-Dejo a nuestros lectores una foto actual de la A42 a esa altura.
-Estupendo, así se acordarán de rezarnos al pasar, y nosotras les atenderemos encantadas.

-Por cierto, ¿usted no es la única santa de su familia?
-En rigor de momento beata; no obstante, como sabrá tenía un hermano, obispo, llamado Santos; y al margen de la broma, tengo otro hermano mártir, José Máximo, que era párroco de Cebreros (Ávila). Como nosotras dos, él ha sido beatificado en Tarragona el pasado día 13.

-Vaya, el pueblo del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. ¿Este puente le dice algo?

-Sí, mi hermano, de 54 años, había sido párroco 10 años en Cebreros y lo detuvo a mediodía del 24 de julio de 1936 una veintena de milicianos de la FAI, que se lo llevaron en una camioneta. Se detuvieron en ese puente, el de Valmoscoso, apenas a un kilómetro del centro del pueblo, en la carretera a El Tiemblo (AV-512 hoy). En la cuneta, se disparó un tiro que hirió mortalmente a un miliciano, al que mi hermano absolvió, al igual que perdonaba al resto mientras lo acribillaban. Eran casi las 16.30 horas.

-¿Hubo más mártires en Cebreros?
-Aunque no han sido beatificados, justo es recordar entre otros al sacerdote que desde 1928 era coadjutor de mi hermano, Zacarías Cecilio Martín y Martín. Ante la inminente entrada de los nacionales, lo sacaron de Cebreros con otros 71 habitantes, y lo fusilaron en Pelayos de la Presa (Madrid) el 3 de octubre, junto al puente de San Juan sobre el Alberche. Tenía 52 años y su cuerpo, como el de 44 víctimas de esa matanza del día 3, fue rociado con gasolina y quemado. Otras 19 personas fueron asesinadas al día siguiente en el cruce de la carretera de San Martín de Valdeiglesias con la de Extremadura y cerca del ferrocarril de vía estrecha, en Alcorcón.

-Descansen en paz y que tengan también la honra que merecen. Y a usted, sor Modesta-Rosalía, le pedimos que no deje de interceder por nuestros lectores, junto con la Reina de los Mártires.
-Lo haré, para que la paz de Dios reine en todas las almas.

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