Si queréis sangre, aquí me tenéis, no hagáis daño a los muchachos El salesiano Enrique Saiz se ofreció a los milicianos que asaltaron el aspirantado de Carabanchel, pidiendo: "no hagáis daño a los muchachos"


No hay mártires beatificados que murieran un 1 de diciembre, aunque ese día de 1936 tuvieron lugar sendas sacas de las cárceles de Porlier y Ventas hacia Paracuellos de Jarama. Hay sin embargo cuatro mártires del siglo XX en España que nacieron un 1 de diciembre: los claretianos Javier Luis Bandrés Jiménez, asesinado en Barbastro, y Francisco Canals Pascual, mártir en Cervera (Lleida), un sacerdote diocesano de Almería y el salesiano Enrique Saiz Aparicio.

Bandrés es uno de los alumnos de teología claretianos asesinados el 13 de agosto de 1936, cuyo martirio refleja la película Un Dios prohibido. Tenía 23 años y había nacido en Sangüesa (Navarra). Fue beatificado el 25 de octubre de 1992 dentro de la causa de beatificación de Felipe de Jesús Munárriz Azcona y sus 50 compañeros.

El padre Juan Soler.El sacerdote Juan Soler García, natural de Chirivel (Almería), coadjutor de la parroquia del Sagrario y profesor del Seminario de esa ciudad, tenía 31 años cuando lo mataron en su pueblo natal el 23 de agosto de 1936. Fue beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar. Fue secretario personal del obispo fray Bernardo Martínez Noval desde 1926 hasta la muerte del prelado en 1934. Con su muerte, redimió involuntariamente a uno de sus familiares, según la biografía de la beatificación:

Sus padres, al estallar la Persecución Religiosa, se lo llevaron a Chirivel. Don Manuel Román escribió lo que le sucedió el veintitrés de agosto de 1936: « Paseando con uno de sus primos por las afueras del pueblo, fueron vistos por los milicianos que iban en un camión, lo reconocieron como cura, detuvieron el vehículo, salieron corriendo tras los dos primos. Como quiera que sea, el siervo de Dios era un hombre de salud endeble, se cansó de correr, le alcanzaron los milicianos, y allí mismo tras mofarse le martirizaron, quitándole la vida. »
Ni siquiera sus despojos se libraron de la rapiña de los milicianos. Tal conmoción causó su martirio entre sus apenados paisanos, que los mismos verdugos se arredraron y dejaron en libertad a un primo del Mártir que tenían preso.

No hagáis daño a los muchachos

Enrique Saiz Aparicio, burgalés de Ubierna, nació en 1889, por lo que al morir contaba 48 años. Era sacerdote y director del seminario salesiano de Carabanchel Alto (Madrid). Encabeza la causa de los 63 salesianos beatificados el 28 de octubre de 2007. Profesó en Sarrià (Barcelona) en 1909 y fue ordenado presbítero en Salamanca en 1918. Cuando los milicianos irrumpieron en el aspirantado de Carabanchel, les dijo: “Si queréis sangre, aquí me tenéis. Pero no hagáis daño a los muchachos”. Dejaron libres a los jóvenes mientras el director y otros ocho salesianos iban presos. Poco antes de morir le confió a un amigo: “Qué mejor que morir por la gloria de Dios?”.

Desde la pensión Vascoleonesa, Saiz hacía de superior, procurando estar al tanto de cuando sucedía, dirigiendo, aconsejando y ayudando a los hermanos que le acompañaban o venían a visitarle. Tres días antes de su prendimiento definitivo, decía a una religiosa acogida también en la pensión Nofuentes: “Tenemos que prepararnos, pues nuestro martirio es certísimo”.

Detenido el 2 de octubre por la mañana, le condujeron al convento de San Plácido, convertido en ateneo libertario. Probablemente fuera luego a la checa de Fomento, donde fueron algunos de los salesianos de la pensión Nofuentes, detenidos el día anterior. Unos milicianos le dieron muerte el mismo día 2 de octubre por la noche, en el término municipal de Vallecas, hoy calle Méndez Álvaro de Madrid.

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