Itinerario martirial del padre Antonio Silvestre.

Dos veces lo fusilaron, y siguió bendiciendo y perdonando El mismo día que el sacerdote Antonio Silvestre ofreció su vida ante el sagrario, lo detuvieron y fusilaron, quedó herido y volvieron a rematarlo


Entre los asesinados el sábado 8 de agosto de 1936, han sido beatificados 17: el obispo de Cuenca -Cruz Laplana- y el sacerdote que lo acompañaba, Fernando Español Berdié; cinco escolapias de Valencia y un sacerdote diocesano de Játiva (Valencia); en la provincia de Barcelona, dos dominicas de Santa Catalina de Siena y el laico de la orden seglar dominicana Antero Mateo García; los hermanos lasalianos Leonardo José y Dionisio Luis en Lérida; el sacerdote mercedario Mariano Pina Turón en Teruel; el seminarista jienense Manuel Aranda; y en Madrid el coadjutor salesiano Basilio Nicolás de la Torre Merino y el sacerdote de los Sagrados Corazones José Leoncio (padre Eladio) López Ramos.

En Persia (Irán), se conmemora hoy el martirio de san Hormisdas (450); en las islas británicas, del beato Juan Felton (1570); en Rusia, del arcipreste Sergio Strelnikov (1937), glorificado por la Iglesia ortodoxa.

El día antes de su captura, ofreció su vida ante el sagrario
En el mismo lugar y día que las escolapias mataron a Antonio Silvestre Moya, de 43 años y valenciano de La Ollería, cura ecónomo de Santa Tecla, Játiva. Se había ordenado en 1915. Su parroquia fue incendiada en los primeros días de agosto, y tuvo que pasar a la clandestinidad, pero no por eso dejó de visitar y administrar los sacramentos a los enfermos, celebrando la misa en su casa. El 7 de agosto bajó el sagrario a una dependencia de la planta baja e hizo ante él la consagración al Corazón de Jesús, ofreciendo su vida.

Itinerario martirial del padre Antonio Silvestre.
Itinerario martirial del padre Antonio Silvestre.

Al anochecer, llegaron unos milicianos y, pese a la resistencia de la familia, se llevaron al sacerdote. Fueron aquella madrugada al puerto de Cárcer, y allí le dispararon. Arrastrándose, llegó a Llosa de Ranes, donde lo curaron, pero a la mañana siguiente volvieron los milicianos. Al meterlo en el coche, hizo la señal de la cruz y dijo que perdonaba a todos. Lo llevaron a El Saler y allí lo mataron.

El beato Manuel Aranda.

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