Entre los ocho mártires nacidos un 30 de diciembre está una de las tres carmelitas de Guadalajara que el 29 de marzo de 1987 se convirtieron en las primeras mártires de la Guerra Civil beatificadas: Jacoba (María Pilar de San Francisco de Borja) Martínez García, que murió repitiendo: «¡perdónales, perdónales!».
Categoría: Diciembre
Uno de los seis mártires del 29 de diciembre de 1936, el jesuita Juan Bautista Ferreres Boluda, quien a sus 76 años comentaba en la cárcel de San Miguel de los Reyes (Valencia) que “quizas un día en esta cárcel nos valga más ante Dios que toda la vida religiosa” y que todo sufrimiento «es poco para ofrecerlo al Señor para que salve a España».
Cinco mártires del siglo XX español hasta ahora beatificados nacieron un 28 de diciembre. Uno de ellos es el mercedario José Trallero, capturado junto con otro religioso del monasterio turolense del Olivar. Ambos soportaron con tal fortaleza el martirio que sus asesinos dijeron: «No hay Dios, pero si hubiese, estos son dos santos». Esa admiración no implica arrepentimiento en sus asesinos, pues algunos de ellos los calificaban como estúpidos por haberse negado a blasfemar, y afirmaban que, por el mismo motivo, no habían tenido «más remedio» que matarlos. Los otros mártires nacidos en la Fiesta de los Santos Mártires Inocentes eran un benedictino, un dominico, un carmelita de la antigua observancia y un capuchino.
Del 27 de diciembre de 1936 hay tres beatos: un laico, un sacerdote escolapio y otro capuchino. Son tres de los 156 presos asesinados ese día en la matanza organizada en el barco prisión Alfonso Pérez, en Santander.
La fiesta de San Esteban, inmediata a la Navidad, muestra la importancia del testimonio de los mártires, y que su muerte no resta nada a la alegría navideña. Por eso no es macabro recordar que también un mártir del siglo XX en España fue asesinado ese día, el lasaliano Jaime Mases Boncompte, al que quemaron vivo.
No hay mártires del siglo XX español muertos el día de Navidad pero sí tres que compartieron cumpleaños con el Salvador: los laicos Carlos Díaz Gandía y Bartolomé Blanco Márquez, y el hospitalario Cristóbal Barrios Pérez.
Dos son los beatos del 24 de diciembre de 1936: un laico en Valencia y un capuchino en Alicante. El abogado y periodista de 60 años Pablo Meléndez Gonzalo, casado y padre de 10 hijos (uno de los cuales moriría con él), era el mayor de siete hermanos y húerfano de padre desde los 14 años, en la universidad ingresó en la Juventud Católica, que presidió, al igual que el primer Consejo y Junta Diocesana de Acción Católica.
Nueve son los beatificados del 23 de diciembre de 1936, todos ellos dominicos del convento de Las Caldas de Besaya (Cantabria), que fueron detenidos y, tras ser interrogados durante horas en la checa del socialista Neila, ahogados en la bahía de Santander.
El caso del mártir del 22 de diciembre, el agustino Epifanio Gómez Álvaro, arrojado a la Bahía de Santander, me da pie para aclarar que no todas las historias adjudicadas al terror rojo son ciertas, y en concreto que desde el Faro de Santander no se arrojó a nadie.
El sacerdote franciscano Gabriel Olivares es por ahora el único mártir entre los asesinados el 21 de diciembre de 1936. Nacidos un 21 de diciembre hay otros cinco beatos mártires: dos sacerdotes diocesanos y tres religiosos. Contaré algo más por extenso el caso del párroco de la Purísima Sangre de Reus y de los carmelitas de Tárrega, que según contaron sus asesinos se resistieron a dejarse quitar los crucifijos.