Mártir por procurar a los demás alimento del cuerpo y del alma Francisco Salinas, postulante franciscano, llevaba alimento del cuerpo y del alma a los cristianos perseguidos, y fue mártir por no revelar sus nombres


Dos mártires del siglo XX en España fueron asesinados el 22 de mayo de 1938: ambos eran laicos almerienses de 23 años, si bien uno de ellos postulante franciscano. Otros tres mártires nacieron un 22 de mayo: un agustino burgalés y otro palentino; más un claretiano.

Murió pidiendo perdón por sus enemigos
José Quintas Durán, laico de 23 años nacido en Almería (el 21 de noviembre de 1914), era miembro de la adoración nocturna y de los luises. Fue asesinado el 22 de mayo de 1938 en Turón y beatificado en la también almeriense localidad de Roquetas de Mar el 25 de marzo de 2017. La biografía diocesana narra así su peripecia durante la Guerra Civil:

El uno de julio de 1936 ingresó como soldado, posponiendo sus estudios de Medicina. Licenciado al estallar la Guerra Civil, fue detenido junto a dos de sus hermanos. Martirizado su hermano el Siervo de Dios don Luis, el más pequeño recibió una brutal paliza y fue devuelto a su casa. El Siervo de Dios permaneció en prisión, hasta que lo enviaron al frente de Cuenca.

Encontrándose de permiso en Almería, el cuatro de abril de 1938 fue nuevamente detenido al descubrir su pertenencia a los Luises. El tres de mayo fue arrastrado a Turón, donde sufrió una verdadera tortura. El veintidós de mayo, tras una agotadora jornada, le obligaron a cavar una zanja. Su hermano don Mario narraba de este modo el martirio: «Cuando cavaba la fosa le dispararon unos tiros en las rodillas, quedando tendido en la fosa. Como comenzaron a echarle tierra encima para sepultarlo, mi hermano, aún con vida gritó: “Por Dios, terminen ustedes de rematarme que Dios les perdonará”. Murió pidiendo perdón por sus enemigos.»

Procuraba alimento para el cuerpo y para el alma

Muerto y beatificado en las mismas fechas, Francisco Salinas Sánchez compartía también con José Quintas su naturalidad almeriense y la edad de 23 años, aunque era casi cuatro meses más joven (nació el 31 de julio de 1914). Fue seminarista hasta 1934, cuando marchó al convento de franciscanos de Orihuela para postular como lego. Con la guerra, tuvo que regresar a Almería, donde ayudó a los cristianos perseguidos procurando alimento del cuerpo y del alma, la Eucaristía, lo cual sería causa de su martirio, ya que le torturaron tratando de que traicionara a otros cristianos, según relata la biografía diocesana:

Al iniciarse la Persecución Religiosa regresó a Almería, donde cumplió el servicio militar obligatorio. Una testigo ocular refiere que «el joven Salinas no tuvo miedo de dar, en varias ocasiones la cara por Cristo, manteniendo con firmeza sus criterios cristianos. Tampoco tuvo miedo de complicarse la vida en ciertas acciones muy arriesgadas e incluso heroicas.» En efecto, se valió de mil ardides para socorrer a los que en ese tiempo vivían en «las catacumbas de la ciudad»: su amistad con los agricultores de la vega almeriense le facilitó participar en una labor en beneficio de encarcelados y familiares de perseguidos y escondidos, que eran asistidos por el conocido como «Socorro Blanco»: gracias a su trabajo en la Alhóndiga del Mercado central y a su simpatía, no sólo recibió el encargo secreto de recoger y repartir por las calles y casas toda clase de alimentos para el cuerpo para mitigar las necesidades de sacerdotes y seglares perseguidos por ser cristianos, sino que el vicario Ortega lo autorizó a distribuir el Santísimo que nutría de esperanza el alma, ya que era un ejemplo de prudencia, fidelidad y virtudes cristianas.

Una vez denunciado, fue detenido y trasladado a Turón el tres de mayo de 1938. Con el objetivo de hacerle hablar para descubrir quién celebraba la Misa a escondidas y quiénes comulgaban y así delatar a sus socorridos, fue sometido a cruelísimas torturas.

Deogracias (de San Agustín) Palacios y del Río, sacerdote agustino recoleto y prior del convento en Motril, de 35 años y natural de Baños de Valdearados (Burgos), fue asesinado en Motril el 25 de julio de 1936 y beatificado en 1999 (ver artículo del 16 de febrero). Trabajó en parroquias de Brasil y Argentina, donde fue (1932-33) director espiritual del seminario de Santa Fe.

El beato Miguel Rovira Font.

Miguel Rovira Font, religioso profeso claretiano, había nacido el 22 de mayo de 1863 en Vic (Barcelona) y contaba 73 años cuando lo mataron en 18 de octubre de 1936 en Cervera (Lleida), donde vivía desde 1932, sin oficio, por ser un “anciano achacoso”. Fue beatificado en Barcelona el 21 de octubre de 2017.

Un patrón para los estudiantes de latín… o de inglés
Román Martín Mata, alumno de filosofía agustino de 18 años y oriundo de Buenavista de Valdavia (Palencia), fue asesinado en Paracuellos de Jarama (Madrid) el 30 de noviembre de 1936 y beatificado en 2007. Su congregación ha publicado la siguiente biografía, que cita la quintilla que dedicó a este mártir Pedro Muñoz Seca (ejecutado dos días antes que Román Martín): Fueron sus padres Mariano y Antonia, familia de labradores muy cristianos. Fue bautizado el 2 de junio del mismo año en la iglesia parroquial de los santos Justo y Pastor. De niño estuvo de recadero en la comunidad de los agustinos de Portugalete, donde asistía a la escuela de Dª Casilda Iturrízar, dirigida también por los agustinos. Ingresó en la escuela apostólica de Guernica a los 13 años donde comenzó los estudios de latín y humanidades para continuarlos a partir de febrero de 1934 en el convento de Ntra. Sra. del Buen Consejo de Leganés.
Hizo el noviciado en este mismo convento profesando el 15 de agosto de 1935. Era prior el padre Benito Rodríguez. Hecha la profesión pasó al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial para comenzar los estudios de filosofía. De niño siempre había sido muy sencillo y alegre, siguiendo igual en la vida religiosa, además de ser ejemplar en su bondad innata. Terminado el primer año de filosofía fue detenido con toda la comunidad y preso en la prisión de San Antón de Madrid el 6 de agosto de 1936.
En la cárcel con su carácter alegre y servicial, dispuesto a ayudar a todos, se ganó las simpatías de los presos, incluso de las personas seglares.
D. Pedro Muñoz Seca, célebre dramaturgo y compañero de prisión, le dedicó estos versos:
Querido Román Martín
más que estudiar el latín
debes estudiar inglés,
que en este mundo, ya ves,
el latín tiene mal fin.

No obstante fue juzgado por un tribunal popular que le condenó a muerte por ser religioso.
Incluido su nombre en una de las «sacas» de la muerte, se le llamó a primeras horas de la mañana del último día de noviembre. Fue despojado de todo y sus manos atadas a la espalda. Tras largas horas de espera le condujeron a media mañana a Paracuellos del Jarama con otros 50 agustinos. Todos fueron sacrificados el día 30 de noviembre de 1936, dando señales de fe cristiana y entereza moral que dejaban pasmados a los mismos verdugos.

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