La devolución a Aragón de los bienes del Monasterio de Sigena (o Sijena) se ha visto acompañada de reclamaciones en torno al mal estado de las obras que conservaba el Museo de Lleida. Nadie ha mencionado que esos bienes son los restos de los que destruyeron nuestros antepasados, en un ejercicio de sádico odio contra la religión, en el que colaboraron aragoneses y catalanes (como el resto de españoles, cada uno en su región), y por el que nunca nadie ha pedido perdón, desde los partidos que expresamente participaron (en esa localidad CNT, UGT-PSOE, ERC) y que hoy se consideran tan limpios y autorizados para culpar a los demás.
En el caso de Villanueva de Sigena, como puede verse en esta documentación entresacada de la Causa general que estudió los hechos en la posguerra, en el comienzo de la Revolución en la localidad tuvieron un papel milicianos llegados de Cataluña, aunque para la destrucción del Monasterio (30 de julio de 1936), el ayuntamiento de posguerra no menciona más que la participación de personas de la localidad, «la casi mayoría de vecinos», afirmación poco explicable, a no ser por el ambiente de terror, a la vista de que en las elecciones de 1936 las derechas habían ganado con el 93% de los votos… El asesinato del sacerdote, Antonio Montull, fue anterior y también obra de anarquistas de Barcelona -uno de ellos malagueño- que fueron expresamente a matarlo, aunque lo remataron frentepopulistas locales, con el agravante de quemar su cuerpo. En cambio, fue posterior a la destrucción del monasterio el martirio del sacerdote lorquino ya beatificado Vicente Montserrat Millán, capellán de la parroquia del pueblo.
Así que quienes de veras merecen homenaje, como este sacerdote mártir, siguen en el olvido, pero para quien quiera ver lo poco que se investigó sobre el caso, vaya este resumen:
Archivo Histórico Nacional, signatura FC-CAUSA_GENERAL, legajo 1412, Exp.32, 49 páginas.
En la página 6 (estado 3) se afirma que la destrucción del monasterio de Sigena la llevaron a cabo los habitantes de Villanueva: «30-7-1936. Incendio, profanación, saqueo total, robo y destrucción completa, llegando incluso al desenterramiento de monjas del Real Monasterio de Sijena», como personas sospechosas de participar en el delito aparecen 10 que se han citado en la comisión de un delito posterior «y la casi mayoría de vecinos«.
En los folios 17-18 se relata el asesinato del sacerdote del monasterio, Antonio Montull Carilla, «en los primeros días» de la guerra: «Se presentó un automóvil conducido por unos desconocidos, al parecer catalanes, que les acompañaban dos mujeres, los cuales después de hablar con los dirigentes marxistas del pueblo de Villanueva de Sigena, marcharon al susodicho Monasterio de Sigena procediendo a la detención del citado sacerdote, al que después de mil mofas e insultos lo llevaron al puente de hierro de la carretera de Bujaraloz a la estación del Tomillo donde le dispararon varios tiros con las pistolas que éstos y sus acompañantes
llevaban, hasta que le dejaron por muerto a unos dos kilómetros del pueblo de Villanueva, regresando a éste, donde como una graciosidad contaron el hecho. Seguidamente salió para el citado punto el vecino Manuel Cerezuela Mallen, con una escopeta y una lata con gasolina, y como al llegar encontrara al precitado sacerdote aún con vida y dispuesto a lavarse sus heridas en el río, este individuo le disparó varios tiros con la escopeta que llevaba, los que le acabaron de producir la muerte, rociándole a continuación con la gasolina y prendiéndole fuego. Según manifestación del referido Cerezuela Mallen, le acompañó su convecino Antonio Fuentes Torres, los ambos se hallan detenidos en la prisión provincial de Huesca», termina el relato del jefe del puesto de la Guardia Civil en Sena, fechado el 2 de abril de 1943.
Esta documentación, como se ve, contradice a Miguel Ángel Pascual Ariste, quien se hace eco de la versión según la cual la consumación del asesinato habría sido «por caridad y a solicitud de la víctima», y que añade que el cadáver «quedó insepulto, hasta que el secretario (Julio Arribas) y el médico, Adolfo, le excavaron a escondidas una somera tumba en el mismo lugar. Después, una piadosa riada del Alcanadre, le arrastró por su entonces límpido cauce». En cambio, el dato que aporta de que en las elecciones de 1936 hubo en Villanueva de Sigena «392 votos de derechas y 31 de izquierdas» (una apabullante mayoría del 93% para las derechas) hace difícil de explicar la afirmación, escrita el 2 de octubre de 1940 por el alcalde y el secretario del Ayuntamiento (folio 6), según la cual «la casi mayoría de vecinos» participó en la destrucción del Monasterio, a no ser que lo hicieran obligados por los frentepopulistas, lugareños o forasteros.
Decididamente imposible parece la versión «caritativa» del remate del capellán, a la vista del dato que aporta Jorge López Teulón de que quien lo remató era concejal del Frente Popular. Este autor precisa que fueron anarquistas llegados de Cataluña quienes destruyeron el Monasterio y expulsaron a las monjas, si bien todo apunta a que esto sucedió después y no antes (aunque siempre se cuenta al revés) del asesinato del capellán, punto en el que se precisa que uno de los anarquistas que lo ejecutaron era malagueño: «una columna anarquista que se dirigía al frente de Huesca irrumpió en el monasterio provocando su incendio y destrucción. Las monjas tuvieron que huir cambiando sus hábitos con la cruz de Malta por ropas de labradoras; un comité revolucionario, (que también asesinó en Sena, Castellflorite y Ballobar), destituyó a los miembros del Ayuntamiento al llegar de Barcelona un coche con cuatro anarquistas, dos mujeres y dos hombres, uno de ellos, natural de Málaga, llamado José López, alias Carnera«.
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