Nueve mártires del siglo XX en España nacieron un 15 de junio: un hospitalario colombiano y otro navarro, un claretiano de Zaragoza, un mercedario ilerdense, un dominico asturiano, un marista murciano, una capuchina valenciana y una adoratriz soriana.
Luis Modesto Páez Perdomo (hermano Gaspar, profeso de la orden hospitalaria de los hermanos de San Juan de Dios en Ciempozuelos, de 23 años y natural de La Unión (hoy Tello, Huila, Colombia), fue uno de los siete religiosos colombianos asesinados en Barcelona el 9 de agosto de 1936 y beatificados en 1992, cuyo martirio relaté en el artículo del 7 de abril.
Juan Sánchez Munárriz, alumno de teología claretiano de 23 años (por tanto nacido el mismo día que el anterior mártir) y natural de Malón (Zaragoza), fue asesinado en Barbastro el 13 de agosto de 1936 y beatificado en 1992 (ver artículo del 30 de marzo).
Vencer al socialismo, pero no de cualquier modo
José Reñé Prenafeta, mercedario de 33 años y oriundo de Lleida, fue asesinado el 16 de agosto de 1936 en Barcelona y beatificado en 2013. Ingresó en el convento mercedario de Lleida y en 1919 vistió el hábito en El Olivar. Estudió en Roma y, de regreso, en 1926 hizo sus votos solemnes y fue ordenado sacerdote. En un tiempo en que trabajó en el Barrio Chino de Barcelona y experimentó cómo avanzaba el socialismo, a uno que le dijo que ese era el culpable de todos los males y que había que vencerlo de cualquier modo, aunque fuera a cañonazos; le replicó que había que superarlo con la doctrina de Cristo, mucha caridad y justicia social según la doctrina de la Iglesia.
El 18 de julio, la comunidad mercedaria barcelonesa se dispersó después de cenar, pero el padre Reñé aún celebró misa el 19 a puerta cerrada -según la información publicada por el obispado de Lleida- y volvió a la iglesia el 21 para celebrar misa y sacar objetos del convento. Anduvo en varios domicilios, como el de Agustina Campanals, quien le oyó decir que “aunque me pusieran una pistola en el pecho jamás negaría ser sacerdote”. En casa de Concepción Aguililla, calle Elisabets número 16, “se pasaba todo el tiempo ante el Santísimo y comulgaba diariamente; estaba muy alegre, no temía la muerte, decía que había de ganarse el cielo y el martirio era la mejor oportunidad”. También Adrián Royo recuerda que “deseaba el martirio, si Dios lo dispone, qué cosa hay más grande y más sublime que dar la vida por Cristo”. Por fin, tras acudir a una casa donde no le recibieron, paró en una pensión de la calle Consejo de Ciento número 108, que abandonó el día 16 porque llegó el padre Lahoz preguntando por él y cometió la imprudencia de manifestar a la dueña, creyéndola de confianza, que eran religiosos.
En la pensión había un individuo de la FAI allegado a los dueños. Cenando estornudó y el padre Reñé dijo “¡Jesús!”, a lo que el hombre contestó: “ese Jesús hace tiempo que ha muerto”. Percatado del peligro, dijo en la pensión que se iba a Calafell. Eran las 10 de la mañana, de ese día 16, cuando llegó a casa de otro conocido, José María Farré, calle Ausias March número 16. Pero de la pensión le habían seguido. Pidió entrar en el baño para asearse cuando llegó una patrulla, lo apresaron con el señor Farré y conduciéndolos al sindicato de la FAI, radicado en el colegio Jesús María de calle Caspe número 50. El Padre confesó quién era, sacerdote y mercedario. Su cadáver apareció en el depósito del hospital Clínico con un orificio de bala en la región occipital. Parece que el asesinato fue en la carretera de l’Arrabassada. Según la hermana María de la Paz Vilaclara, la última noche de su vida la pasó en oración con los brazos en cruz, pidiendo y ofrendándose a fin de que triunfase la misericordia del Señor.
Celestino José Alonso Villar, de 74 años y natural de Margolles (Cangas de Onís, Asturias), era sacerdote dominico y superior del convento de Navelgas, localidad en la que fue asesinado el 18 de agosto de 1936 con otros tres dominicos, todos ellos beatificados en 2007 (ver artículo del 28 de marzo).
Fray Viçenc de Besalú (Julià Gibrat Marcé), sacerdote profeso capuchino de 56 años era natural de Besalú (Girona), fue asesinado el 23 de agosto de 1936 en Sant Aniol de Finestres (Girona) y beatificado el 21 de noviembre de 2015 en Barcelona con otros 25 capuchinos. Tras trabajar en el campo durante la revolución, tuvo que vivir como mendigo la última semana de su vida y lo arrestaron mientras mojaba pan duro en una fuente para comer. Arrestado, algunos fueron a visitarle para agradecer la misión que había predicado en el pueblo, otros para burlarse. Al subir al coche bendijo el pueblo y al ser fusilado perdonó a sus asesinos.
Crescencio Lasheras Aizcorbe (hermano Rufino), de 36 años y natural de Arandigoyen (Navarra), era uno de los 12 profesos de la orden hospitalaria de los hermanos de San Juan de Dios (hospitalarios) del instituto-asilo San José de Carabanchel Alto que fueron asesinados el 1 de septiembre de 1936 en Boadilla del Monte (Madrid) y beatificados en 1992 (ver artículo del 10 de febrero).
Jesús Menchón Franco (hermano Juan de Mata), de 38 años y natural de Puente Tocinos (Murcia), fue uno de los 46 maristas asesinados el 8 de octubre de 1936 en Montcada i Reixac (Barcelona), cuyo rescate se gastó en armas Tarradellas, y beatificados en 2007 (ver artículo del 8 de octubre).
«Toda mi vida he querido hacer algo por Jesucristo»
María Joaquina Masiá Ferragud (sor María Verónica como capuchina de la Orden de Santa Clara en el monasterio de Agullent), de 52 años y oriunda de Algemesí (Valencia), fue asesinada en Alzira el 25 de octubre de 1936 y beatificada en 2001, junto con su madre y sus tres hermanas religiosas, como se relata en el artículo del 12 de enero.
Purificación (de María) Martínez Vera, de 26 años y natural de Añavieja (Soria) fue una de las 23 esclavas adoratrices que murieron «con la sonrisa en los labios» el 10 de noviembre de 1936 en Vicálvaro y fueron beatificadas en 2007 (ver artículo del aniversario).
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