Siete mártires del siglo XX en España nacieron un 9 de mayo: un sacerdote diocesano tarraconense, un dominico palentino, un lasaliano vallisoletano, un oblato de María Inmaculada navarro, un paúl zaragozano y de Castellón un operario diocesano y una capuchina. (Vídeo.)
Otro patrón de las «nuevas tecnologías»
Pau Roselló Borgueres, de 41 años y natural de Vimbodí i Poblet (Tarragona), era capellán de las teresianas de Tarragona, donde fue asesinado el 26 de julio de 1936 y beatificado en 2013. Sacerdote desde 1921, fue profesor de ciencias naturales en el Seminario de Tarragona, donde instaló un emisor de onda corta. En 1935 dio a sus paisanos de Vimbodí una conferencia sobre la televisión y otros inventos. Al estallar la guerra, cuando ya ardía el convento de Santa Clara de Tarragona, fue al Colegio de la compañía de Santa Teresa de Jesús, del que era capellán, vestido con sotana, para consumir el Santísimo. Las religiosas le preguntaron por qué se había expuesto de esa manera, y él contestó: “¿Qué me puede pasar; que me maten porque soy sacerdote? Pues mejor que me maten con sotana”. El 26 a la hora de comer fueron detenidos en su casa él y el canónigo Miquel Vilatimó Costa, de 47 años, ya que cuando le preguntaron los milicianos a Roselló si era sacerdote, dijo: “¡Sí!, Y no estoy solo. Somos dos, y siempre que quieran algo de nosotros nos encontrarán aquí, porque no pensamos escondernos ni marcharnos”. Los llevaron al Ayuntamiento, y en el coche de la muerte (con colchones encima y cañones de escopeta que salían por las ventanas) a la carretera de Reus, donde los mataron.
Gregorio Díez Pérez, sacerdote dominico, profesor de la escuela apostólica de Navelgas, natural de Gozón de Ucieza (Palencia) y de 26 años, fue asesinado en Navelgas (Asturias) y beatificado en 2007. Su martirio se narra en el artículo del 28 de marzo.
El sacerdote operario diocesano Agustín Sabater Paulo, de 53 años y natural de Vinaroz (Castellón), fue asesinado el 31 de agosto de 1936 en el Pozo de la Lagarta (Tabernas, Almería) y beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar (Almería). Fue administrador y prefecto del seminario de Almería durante 25 años y la página de la beatificación recoge así cómo afrontó la persecución y el martirio:
También era seminarista en aquella época don Gonzalo Rodríguez Martínez, que rememoraba así lo sucedido al estallar la Persecución Religiosa: «Don Agustín se levantó y dijo: “Lo primero, el Santísimo”. Marchamos todos a la Capilla y don Agustín abrió el sagrario y sollozando consumió las Sagradas Formas. Después todos se abrazaron y salimos a la calle. »
Ese mismo día don Juan Viciana, proveedor del Seminario, lo ocultó en su propia casa. Su hija recuerda que: «Cuando llevaba una semana en casa, se presentó el cocinero del Seminario con dos milicianos para llevárselo. El siervo de Dios con mucha paz se puso su capa, se despidió de nosotros y los acompañó con mucha entereza; no se amedrentó. »
Dos lasalianos en una saca de San Antón
Gregorio Álvarez Fernández (hermano Juan Pablo de las Escuelas Cristianas), de 32 años y oriundo de Bolaños de Campo (Valladolid), fue asesinado el 27 de noviembre de 1936 y beatificado en 2013. Hizo su profesión perpetua en 1929. Regresó a su destino Asilo del Sagrado Corazón de Madrid pocos días antes de la guerra, tras visitar a su madre enferma en Valladolid, pues aunque muchos le aconsejaban no volver, el director le dijo que aunque la situación era tensa, aún no había pasado nada. Al poco, el 21 de julio, un primer grupo de milicianos ocupó el asilo pero dijo a los hermanos que podían permanecer. Luego llegaron milicianos de UGT, que se llevaron presos a 14 hermanos residentes, uno que estaba de paso y al capellán Pedro Gonzalez Ballesteros. Los condujeron a un calabozo lleno de presos donde no había sitio ni para tumbarse. Al día siguiente, fueron a parar a la cárcel de San Antón (antiguo colegio de Escolapios).
Los hermanos Juan Pablo y Daciano (Juan Antonio Bengoa Larrinaga, de 54 años, hizo los votos perpetuos en 1910) fueron sacados el día 27 a fusilar a San Fernando de Henares; otros 6 irían el día 30 a Paracuellos. Ese mismo día 27 hubo una saca de Ventas a Paracuellos, y la de San Antón en que murieron estos dos lasalianos no suele ser mencionada, pero José Antonio García-Noblejas habla de ella, asegurando que uno de los asesinados fue el fotógrafo de prensa José Calvache.
El oblato que no quiso ser liberado sin sus compañeros
Gregorio Escobar García, sacerdote oblato de María Inmaculada -ejerció poco más de un mes su ministerio en libertad, ya que se ordenó el 6 de junio de 1936- en Pozuelo de Alarcón (ver artículo del 1 de mayo), de 24 años y natural de Estella (Navarra), fue asesinado en Paracuellos de Jarama (Madrid) el 28 de noviembre de 1936 y beatificado en 2011. En un artículo redactado en torno a su beatificación, se recogen algunos recuerdos suyos, como que rechazó que otro estellés, el nacionalista vasco Manuel de Irujo, lo liberara, si no salían también sus otros compañeros presos.
Gregorio Cermeño Barceló, sacerdote de la Congregación de la Misión de 62 años y natural de Zaragoza, fue asesinado en la cárcel de Guadalajara el 6 de diciembre de 1936 (es uno de los 11 beatificados entre los 303 allí asesinados: ver artículo del aniversario) y beatificado en 2013.
Isabel Calduch Rovira, de 54 años y oriunda de Alcalá de Chivert (Castellón), era religiosa capuchina del monasterio de Castellón de la Plana,fue asesinada el 14 de abril de 1937 (ver artículo del aniversario) en Cuevas de Vinromá (Castellón) y beatificada en 2001.
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