Mártires de Nochevieja: Dominicas de Barcelona por la fe y la pureza Los mártires beatificados del último día del año son cinco: dos fueron asesinados en esa fecha de 1936 y tres nacieron en Nochevieja


Hay dos mártires beatificados de la Nochevieja de 1936: el religioso trapense Leandro Gómez, al que mataron en Santander, y el sacerdote benedictino Luis Vidaurrázaga, asesinado en La Elipa (Madrid).

Leandro Gómez Gil, de 21 años y nacido en Hontomín (Burgos). Fue beatificado en la capital cántabra el 3 de octubre de 2015. Su diócesis natal sentencia solo que «comenzó el noviciado en 1933 y profesó solemnemente el 22 de abril de 1935. Detenido el 30 de diciembre de 1396, se le obligó a subir a un coche y nunca más se supo de él». Una página italiana que no precisa la fuente, añade que fue descubierto por los milicianos en una casa particular, donde se refugió en lugar de huir como otros hacia Bilbao, por temor a ser movilizado. Torturado, sangró profusamente por la boca, nariz y oídos hasta empapar un paño.

El padre Luis Vidaurrázaga.Luis Vidaurrázaga González, bilbaino de 35 años, profesó por primera vez en  Silos en 1919 y solemnemente en 1923. Sacerdote desde 1925, estuvo un año en el monasterio de Santa María de Cogullada (Zaragoza), de donde pasó al de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid. Estuvo refugiado en casa de una familia amiga desde el 19 de julio de 1936 hasta el 3 agosto en que fue detenido y envido a la cárcel de Ventas, de donde lo soltaron el 11 de diciembre; se refugió en casa de otro amigo pero allí fue sorprendido por milicianos en la tarde de Nochevieja, detenido e inmediatamente fusilado. Fue beatificado con otros tres benedictinos de su monasterio en Madrid el 29 de octubre de 2016.
Nacidos en el último día del año hay tres mártires: Otilia de Santa Rosa de Lima, una de las cinco dominicas asesinadas en Barcelona el 27 de julio de 1936; el sacerdote Eduardo Cabanach, director del colegio San Pablo de Reus; y Manuel Sanz Domínguez, restaurador de la orden de los jerónimos.

Sobrevivieron al fusilamiento y se conformaron con su suerte
Otilia (de Santa Rosa de Lima) Alonso González era natural de Enfistiella (Nembra, Ourense) y tenía 19 años cuando murió en un hospital provisional de la Cruz Roja en Barcelona el 27 de julio de 1936. Vivía en el convento de dominicas de la calle Trafalgar y fue martirizada junto con la priora y otras tres religiosas en Vallvidriera, en la revuelta El Fero (conocida después como de les Monges).

La priora, de 54 años, se llamaba Ramona (de Santo Domingo de Guzmán) Fossas Románs. Fue la mayor de cuatro hermanos, y ayudó a su madre como modista antes de ingresar, en 1903, en las Dominicas de la Anunciata. Residió en 11 comunidades de Cataluña y Valencia, siendo priora en las tres últimas. El 27 de julio le ordenaron, junto a las hermanas presentes, salir del convento para ser interrogadas. En diferentes lugares, trataron de persuadirlas para renegar de la fe y la profesión religiosa, y acceder a sus propuestas deshonestas, pero ellas lo rechazaron. Para regresar al convento, les hicieron subir a un camión, que marchó al Tibidabo. Pasado Vallvidrera (Barcelona), les hicieron bajar y les dispararon una a una.

La priora y las hermanas Teresa (de San Vicente Ferrer) Prats Martí -de 41 años- y Adelfa (de Nuestra Señora del Rosario) Soro Bó -de 49- murieron allí. Las otras dos podrían vivir algo más y contar lo sucedido: se trataba de Otilia (de Santa Rosa de Lima) Alonso González -de 19 años- y Ramona (del Dulce Nombre de María) Perramón Vila, de 37. La primera fue recogida por personas caritativas que la condujeron a un hospital provisional de la Cruz Roja, donde pudo transmitir a un médico la dirección de su familia y le pidió que visitase a sus padres y les dijera que moría conformada y pura, totalmente entregada a la voluntad de Dios. Antes de morir pidió una medalla para besarla y rezar. Sobrevivió poco menos de dos horas.

Ramona Perramón sobrevivió durante la noche del 27 al 28 de julio de 1936, dando la impresión -según el relato dominicano- “de persona llana, franca y sencilla, contenta de su suerte. Cuando contaba algo de sus sufrimientos pedía que no lo tomaran nunca en el sentido de ofender o perjudicar a nadie, sino que tomaran sus palabras como motivo de dar gloria a Dios, y repetía que quería hacerse digna de lo que consideraba una gracia inmensa, un regalo de Dios: el martirio”.

Eduardo Cabanach Majem, natural de Bellmunt (Tarragona) y de 27 años, era sacerdote de la congregación de Hijos de la Sagrada Familia -con 19 de los cuales fue beatificado el 13 de octubre de 2013 en Tarragona- y director del colegio S. Pedro de Reus. Con él fueron ejecutados el 25 de agosto su hermano Ramón (de 24 años, sacerdote desde 1934) y otros dos de su congregación: Francisco Llach Candell, de 46 años, y Fermín Martorell Víes, de 56, que hizo sus primeros votos en 1900 y fue ordenado sacerdote en 1905 (profesor y ecónomo del colegio, respectivamente). Llach procedía de una familia de 11 hermanos, donde, de los nueve que llegaron a edad adulta, cinco fueron sacerdotes y dos religiosos. Él hizo su profesión perpetua en 1908 y se ordenó sacerdote en 1917. Encarcelado con otros religiosos en Reus, organizó unos ejercicios espirituales de preparación a la muerte. Fue llevado el 25 de julio al barco Cabo Cullera y dos días más tarde al Río Segre. En otra de las sacas del 25 de agosto, estos cuatro religiosos fueron ejecutados en el paraje llamado Pujada de Vilardida, en la carretera de Alcover a Santa Cruz de Calafell, término de Vila-rodona (10 km al este de Valls), con otras 13 personas.

A Manuel (de la Sagrada Familia) Sanz Domínguez está dedicado el artículo del 7 de noviembre.

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