Os perdono, porque quiero morir como Jesús que perdonó a los que le crucificaron El claretiano José Reixac perdonó a quienes le fusilaron dejándole malherido, recordándoles que Jesús perdonó a los que le crucificaron


Seis mártires del siglo XX en España nacieron un 13 de junio: un claretiano barcelonés que recordó a sus asesinos que les perdonaba como Jesús perdonó, otro colombiano y otro leridano; un novicio hospitalario tarraconense, un carmelita leonés y un benedictino barcelonés.
Quiero morir por Cristo y quiero que haya un mártir más en el cielo
El padre José Reixach.José Reixach Reguer, sacerdote claretiano nacido en 13 de junio de 1865 en Vilanova de Sau (Barcelona), tenía 71 años cuando lo mataron el 25 de julio de 1936 en Sabadell,  donde fue el primer mártir claretiano. Fue beatificado en Barcelona el 21 de octubre de 2017. Según la biografía de la beatificación, la causa inmediata de su martirio fue su resistencia a abandonar el convento:

El día 19 de julio de 1936 por la tarde se refugió en casa de D. José Tañá Camps, sita en la calle Pérez Galdós de Sabadell, pariente y vecino de D. Francisco Desplá, donde también se refugió. Al día siguiente volvieron al convento para celebrar misa y comulgar. Hacia mediodía todos tuvieron que volverse a sus refugios, a excepción del P. Reixach, que no quería abandonar el convento. Para hacerlo realidad el Superior tuvo que darle un precepto. Aún así le pidió a este que le dejara estar hasta anochecer para no comprometer a la familia que le escondía. Por obediencia fue a comer donde se refugiaba, pero por la tarde volvió al convento, pues era el ecónomo y consideraba como un deber suyo cuidar de los bienes de la Comunidad.

Allí estaba cuando a medianoche las turbas asaltaron la casa y pronto dieron con el Padre. Entonces se vió obligado a guiarles en el registro de las dependencias de la casa. Al llegar el turno a la iglesia, le tocó el dolor de presenciar los primeros sacrilegios que allí se perpetraron con las sagradas imágenes. Los jefes dieron orden de amontonarlas en el centro del templo y de darlas fuego y mientras ardían proferían satánicas blasfemias según su costumbre.

El Padre, a pesar de todo, aprovechó la ocasión propicia para escurrirse y salió a la calle. Aun en esta circunstancia fue reconocido por algunos incendiarios, que se empeñaron en acompañarle a su refugio. Rehusó como pudo repetidas veces semejante ofrecimiento y al fin se fue solo a la casa donde se refugiaba. Llegó a eso de la una de la noche. Dada la situación convulsa la puerta estaba bien cerrada y los dueños dormidos, de modo que no oyeron, y se vio obligado a llamar repetidas veces con fuertes golpes. Esto pudo levantar las sospechas de algún vecino que días más tarde lo delató.

Durante los cuatro días que pasó con los amigos Tañá y la familia Desplá, por la facilidad de comunicación entre ambas casas, fue de edificación para todos por su vida fervorosa, su fortaleza de ánimo y serenidad con que aceptaba cuanto dispusiera el Señor. Parece que presentía su destino. Así les recomendó varias veces a sus amigos:

Si vienen a buscarme no quiero que neguéis que estoy aquí. Quiero morir por Cristo y quiero que haya un mártir más en el cielo, si es que merezco ir.

Dios aceptó su ofrecimiento y fue el primer mártir de Sabadell, no sólo de la comunidad de los Misioneros Claretianos.

El arresto. A las dos de la madrugada del día 25 de julio se presentaron las patrulla comunistas en el domicilio del Sr. Tañá, intimándoles con estas palabras:

O nos entregáis a aquel hombre que tenéis, o ustedes deberán seguirnos.

Pero el P. Reixach estaba durmiendo en casa del Sr. Desplá. Y mientras unos buscaban al Padre, otros patrulleros tenían encañonado al matrimonio Tañá con fusiles y pistolas, hasta que descubrieron la comunicación con la otra vivienda por la parte trasera. A ruegos del Sr. Tañá fueron a buscarlo a la casa Desplá por la puerta principal. Abrió la puerta la suegra que dormía en la planta baja. Subieron al piso y al encontrar al Padre exclamaron:

Ya lo tenemos.

Ya estoy a punto, respondió el Padre.

En seguida lo apresaron y se lo llevaron a empujones zarandeándolo de un lado para otro.

Poco después de las dos de la madrugada, en plena calle, le dispararon unos cuantos tiros, dejándolo gravemente herido, con los intestinos perforados. En tal situación se arrastró por la calle dejando un reguero de sangre hasta llegar al Hospital Casa de Caridad hacia las cuatro de la madrugada llamando a la puerta con grande dificultad, pero haciéndose entender. Cuando le vieron tan desfigurado parecía una bestia. Tenía el dedo pulgar destrozado y colgando.

Le atendieron una Hermana y dos enfermeras rojas. Las enfermeras le preguntaron repetidamente el motivo de su estado y él contestó vagamente que quería huir y por el camino le dispararon y que no le preguntaran más porque de ninguna manera les iba a decir donde estaba.

Las enfermeras en un principio ignoraban de quien se trataba, hasta que debido a los objetos personales religiosos que le encontraron en su ropa y sobre todo por las continuas jaculatorias que pronunciaba, pudieron convencerse de que el herido era un sacerdote.

Le hicieron las curas de urgencia, pero debido a su estado grave decidieron trasladarle a la Clínica de Nta. Sra. de la Salud para operarle, para lo cual llamaron a la Cruz Roja y a las Autoridades. Eran las cinco de la madrugada. Al cabo de poco llegaron empleados de la Cruz Roja, el Alcalde y el Juez, acompañados de patrulleros armados, que eran jóvenes de unos 17 años. Al entrar en el cuarto del P. Reixach, este se incorporó con grandes esfuerzos y dijo:

Si sois vosotros los que me hicisteis los disparos, os perdono, porque quiero morir como Jesús que perdonó a los que le crucificaron.

Estas palabras pronunciadas con toda serenidad produjeron una honda impresión en aquellos esbirros, que aparecían turbados y bajaron las armas como si no tuvieran fuerzas para llevarlas y esta impresión se reflejaba sensiblemente en sus rostros. Pero reaccionaron pronto y para distraer al herido ordenaron que se activaran los medios curativos y le trasladaron a la Clínica indicada, donde ingresó hacia las 7,30 de la mañana.

Fue atendido por Sor Julia con toda solicitud, pues sabía quien era el recién llegado. El Padre preguntó:

¿Es usted Hermana, o enfermera? Al oír que era religiosa, se alegró mucho y añadió: Me voy al cielo. Allí rogaré por usted.

A todo esto las hemorragias iban en aumento y el peligro de muerte era inminente, por lo cual fue operado en el acto hacia las 8 de la mañana por el Dr. Sixto Pérez mientras la Hermana aludida le propinó el cloroformo. Todo fue inútil porque no tenía remedio. El Padre todo lo soportó con admirable paciencia con frecuentes jaculatorias dirigidas a Dios y la Sma. Virgen con edificación de todos. Luego perdió el conocimiento y hacia las dos de la tarde murió.

Al día siguiente D. Francisco Tortajada le practicó la autopsia en el depósito judicial, con la cual se hace constar que murió a causa de las heridas de armas de fuego, mortales de necesidad. El día 27 fue sepultado en la fosa judicial n. 119 del cementerio de Sabadell. En septiembre de 1939 los restos fueron trasladados a un nicho de la Congregación en el mismo cementerio.

el mártir colombiano Jesús Aníbal Gómez

Jesús Aníbal Gómez Gómez, de 22 años y natural de Tarso (Colombia), fue uno de los 14 estudiantes claretianos asesinados el 28 de julio de 1936 en Fernán Caballero (Ciudad Real) y beatificados en 2013 (ver artículo del 19 de febrero).

Manuel Font y Font, sacerdote claretiano nacido el 13 de junio de 1878 en Torrebeses (Lleida), tenía 58 años cuando lo mataron el 19 de octubre de 1936 en Sant Pere dels Arquells (Lleida). Fue beatificado en Barcelona el 21 de octubre de 2017. Había sido misionero en la isla de Fernando Poo (hoy Bioko), en Guinea Ecuatorial.

el mártir hospitalario hermano Antonio Llauradó

Antonio Manuel José Llauradó Parisi (hermano Antonio), de 26 años y natural de Reus (Tarragona), era novicio de la Orden Hospitalaria, fue asesinado con otros 13 religiosos en Calafell (Tarragona) el 30 de julio de 1936 y beatificado en 1992 (ver artículo del 14 de noviembre).

Cedió a otro sacerdote la documentación para marchar a Francia
el mártir carmelita fray Luis María de la Virgen de la MercedLuis Minguell Ferrer (fray Luis María de la Virgen de la Merced), carmelita descalzo de 34 años y natural de Pola de Gordón (León), fue asesinado en Barcelona el 22 de octubre de 1936 y beatificado en 2007. Profesó en 1918 y se ordenó sacerdote en 1924, ocupándose de la escolanía y del colegio en Barcelona. Al estallar la persecución religiosa en julio de 1936, Se refugió en casa de unos amigos y después de unos tíos. Consiguió documentación para salir de España, pero se la cedió al padre Guillermo de la Santísima Trinidad. Cambió varias veces de refugio para no comprometer a los que lo acogían, hasta que, sorprendido en casa de un hermano lo llevaron el 26 de septiembre a la checa de San Elías. Un testigo contó que el 22 de octubre de 1936 lo sacaron de prisión para matarlo.

el mártir benedictino dom Jero AlbaredaFulgenci Albareda Ramoneda (dom Jero), de 48 años y natural de Barcelona, era mayordomo de la abadía de Montserrat, fue llevado como el prior Robert Grau a la checa de San Elías, y ejecutado en fecha desconocida, aunque se le asigna la del 20 de diciembre. Beatificado en 2013 con otros 19 monjes de Montserrat, a su hermano cardenal se le atribuye haber aconsejado a Pablo VI que frenara las causas de beatificación de mártires de la guerra civil española (ver artículo del 20 de diciembre).

Puede suscribirse a esta lista de correo si quiere recibir en su e-mail la historia del mártir de cada día.

Puede leer la historia de los mártires en Holocausto católico (Amazon y Casa del Libro).

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.