Nueve mártires del siglo XX en España nacieron un 24 de abril: un salesiano de Ourense y otro de Huesca, un cooperador claretiano de la misma provincia y otro claretiano barcelonés, un laico más un sacerdote en Almería, un marianista alavés, un pasionista zaragozano y un agustino burgalés.
Sospecharon que era cura
Sergio Cid Pazo, de 52 años, natural de Allariz (Ourense), sacerdote salesiano beatificado en 2001, había transcurrido toda su vida en Sarrià desde que profesó en esa casa en 1905. Expulsado del colegio el 21 de julio, el día 30, según un testimonio jurado del proceso de beatificación, “viajaba en un tranvía en Barcelona. Algunos milicianos, fijándose bien, tuvieron la sospecha de que era un cura. Agarrándolo por un brazo, le sacaron la mano del bolsillo: entre los dedos tenía el rosario. Lo arrojaron del tranvía en marcha. Murió destrozado contra un farol”.
Reconoció ser director de un colegio de religiosos
Francisco Bandrés Sánchez, natural de Hecho (Huesca) y de 40 años, fue asesinado en Barcelona el 3 de agosto de 1936 y beatificado en 2001. Era sacerdote salesiano desde 1922 y desde 1927, director del colegio de Mataró, hasta 1934 en que fue enviado a dirigir la casa de Barcelona-Sarrià. El día 21 a las cinco de la tarde los religiosos fueron expulsados del colegio. El director le dio a cada uno cien pesetas y el consejo de buscar refugio. Él y otro fueron a casa de su hermana Pilar. Cuando supo la muerte de algunos religiosos quiso marchar al extranjero, pero no tenía pasaporte. En la noche del 3 de agosto varios milicianos se presentaron en casa de su hermana preguntando por Ramón Cambó, administrador del colegio. Bandrés dijo que no estaba pero que él era el director. Fue arrestado, sin que sirvieran sus alegatos de que su colegio hacía un gran bien social. Fue llevado al Hotel Colón, sede del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), donde lo mataron en un calabozo.
Gregorio Chirivás Lacambra, de 56 años y oriundo de Siétamo (Huesca), era hermano cooperador claretiano, fue asesinado en Barbastro el 12 de agosto de 1936 (ver artículo del 30 de marzo) y beatificado en 1992.
Pionero de la arqueología madrileña, arrojado a un pozo
Fidel Fuidio Rodríguez, de 56 años y natural de Yécora (Álava), emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897. Profesor durante 35 años en Jerez de la Frontera, Cádiz, Madrid (1910-1933) y Ciudad Real en colegios de los marianistas y en 1935 en el Instituto de segunda enseñanza de Ciudad Real. Según la semblanza publicada por Jorge López Teulón, “Se le considera un precursor de la arqueología madrileña. Discípulo del alemán Hugo Obermaier. Excavó en los alrededores de Madrid en compañía de sus alumnos. Exploró el Cerro de San Blas, Tejar de San Pedro, Portazgo, Parador del Sol, Casa del Moreno, San Fernando de Henares, Arenero de las Mercedes, el Sotillo, el Ventorro, Hortaleza, Carabanchel, etc. Autor de la tesis Carpetania Romana que fue defendida el 6 de mayo de 1932. El trabajo fue publicado dos años después. Tras su traslado a Ciudad Real, localizó restos de industria lítica en el paraje llamado Valdarachas en Poblete (Ciudad Real). Descubrió el yacimiento paleontológico del Plioceno Superior de Las Higueruelas (Alcolea de Calatrava, Ciudad Real) en 1935. Allí recuperó varios colmillos de mastodonte. Como gran pedagogo, estos descubrimientos fueron hechos junto con sus adolescentes alumnos”.
En su vida de comunidad trató de ser según su propia expresión, “propagador de entusiasmo y sembrador de optimismo”. El 25 de julio, Fidel tuvo que dejar su comunidad y trasladarse a una fonda, ya que el Colegio había sido requisado por la Guardia Civil. El 7 de agosto, los milicianos se presentaron de noche en la pensión La Paca, para proceder a una detención y se llevaron también a Fidel, al verle un crucifijo en el pecho. Lo condujeron al Gobierno Civil, en cuyo desván habían instalado una cárcel provisional. El tiempo de su prisión lo pasó preparándose a bien morir y tratando de levantar la moral a los demás detenidos. Rezaba constantemente y se confesaba a menudo con los sacerdotes presos, manifestando muchas veces su prontitud a “morir por la fe”. El 15 de octubre fue dejado en libertad después de un simulacro de juicio. Pero antes de salir de la prisión fue llevado por los milicianos a la Casa del Pueblo. De allá lo sacaron en la noche del 16 al 17 de octubre y lo fusilaron en Carrión de Calatrava, arrojándolo en el pozo-noria (ver artículo del 17 de abril). Fue beatificado en 1995.
Buenaventura Reixach Vilarò, religioso profeso claretiano nacido el 24 de abril de 1860 en Cervera (Lleida), tenía 76 años cuando lo mataron en Olost (Barcelona) el 18 de octubre de 1936. Fue beatificado en la capital catalana el 21 de octubre de 2017.
Ejecutado dos veces
José (José María de Jesús) Cuartero Gascón, de 18 años y natural de Tabuenca (Zaragoza), fue uno de los 12 pasionistas de Daimiel asesinados en Manzanares (Ciudad Real), en concreto -junto con su hermano Tomás, de 21 años- de los seis que sobrevivieron al fusilamiento del 23 de julio y fueron ejecutados de nuevo tres meses más tarde, una vez recuperados de sus heridas, el 23 de octubre (ver artículo del 22 de febrero). Todos fueron beatificados en 1989.
Leoncio Lope García, sacerdote agustino de 34 años, natural de Tordómar (Burgos), fue asesinado -junto con su compañero Claudio Julián García San Román (ver artículo del aniversario)- el 28 de octubre de 1936 en Santander y beatificado en 2007.
Luis Quintas Durán, adorador nocturno de 18 años, nació en Almería, donde también lo mataron el 4 de agosto de 1936. Su hermana Julia refirió así lo acontecido: «Su pasión y martirio fue rápida. Lo llevaron a las Adoratrices. Allí se metían mucho con él y lo amenazaban y provocaban constantemente. Un día mientras él bebía agua sosteniendo en lo alto un botijo, le dispararon un tiro en el cuello. Tenía dieciocho años. Después sacaron en hombros por la calle y vitorearon al joven que le había disparado.»
El sacerdote Antonio Torres García, de 46 años y oriundo de Caniles (Granada), era párroco de Santiago en Guadix y fue asesinado en Serón (Almería) el 31 de agosto de 1936. Como el joven Luis Quintas, fue beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar (Almería). Según la biografía de su beatificación, de él dijo el venerable Antonio Amundarain que «fue martirizado cruelmente, en Caniles, en defensa de su celibato y castidad sacerdotal, virtud que sus verdugos trataron de arrebatarle y que le mereció la gloria de ser mártir de la pureza». Otro testigo relata:
«Fue detenido en Guadix y conducido a su pueblo, Caniles, donde al fin le dejaron marchar a su casa. En varias ocasiones le pidieron dinero, y lo dio, con la promesa de que no le pasaría nada. Pero no sirvieron las promesas… y el día 30 de agosto de 1936 le sacaron de casa con el pretexto… de hacer una declaración. La realidad es que le metieron en una camioneta con otros seis presos, los llevaron a los Llanos de Hijate, próximos al polvorín de Serón (Almería), donde, ya en tierra y puestos en fila, les registraron y al encontrar un rosario a D. Antonio, uno de los milicianos, apodado «el Moreno», le mostró el crucifijo del rosario y le preguntó: «Y esto ¿qué es?». «La imagen de Cristo, respondió D. Antonio, en Él confío y espero». El Moreno dijo entonces: «Pues ahora, ni Cristo te vale», disparando sobre él y seguidamente sobre los demás hasta rematarles. Los rociaron con gasolina, les prendieron fuego y los enterraron después bajo una capa de cal viva».
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