El 23 de abril es aniversario de la beatificación de los mártires de Nembra (2016); hay además seis mártires del siglo XX en España que cumplían años ese día: un carmelita segoviano, un sacerdote capuchino castellonense, un sacerdote secular alicantino y otro almeriense -este dijo sentir cómo destruían el altar mayor del convento de Huécija-, un terciario capuchino (amigoniano) valenciano y un marista navarro.
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Seis mártires del siglo XX en España nacieron un 15 de marzo: un pasionista burgalés y otro palentino, un carmelita gerundense, un sacerdote secular de Lérida, un claretiano barcelonés y un amigoniano turolense.
Siete mártires del siglo XX en España nacieron un 14 de marzo: un salesiano alicantino, un sacerdote secular tarraconense, un agustino asturiano, un hospitalario cacereño, un amigoniano turolense, un lasaliano gerundense y un marista navarro.

Cinco mártires del siglo XX en España nacieron un 9 de marzo: una vedruna vizcaína, un amigoniano turolense -ambos martirizados en Valencia-, un coadjutor salesiano de Sevilla al que mataron en Barcelona, pero que también fue beatificado con los valencianos en 2001, un claretiano gerundense y un paúl vallisoletano.
El 24 de enero de 1937 fue asesinado, sin dejarle cumplir los 21 años, el capuchino Francesc de Paula Colomer Prísas (fray Pacià Maria de Barcelona), beatificado el 21 de noviembre de 2015. Además, seis mártires de la Revolución Española nacieron un 24 de enero: un vicenciano que pidió que cantaran un Te Deum si lo mataban; un sacerdote diocesano de Ciudad Real; otro terciario capuchino turolense, asesinado en Madrid; un marista navarro martirizado en Barcelona; una laica alicantina asesinada en Valencia; y un marista leonés mártir en Madrid.
A propósito de los asesinados en Valdepeñas, se echa en falta alguna biografía de Félix Torres Ruiz, al que alguno califica como «especie de Pol-Pot» manchego.
¿Pol-Pot manchego?
Antes de la reseña biográfica sobre los mártires del día, me parece necesaria una nota de sorpresa sobre la aparentemente nula investigación de la persecución religiosa en Valdepeñas, por la que me interesé tras oír unos relatos -que no he podido contrastar- cuando investigaba El Tren de la Muerte.
Martín Miguel Rubio Esteban, tras las consabidas afirmaciones -que le dan un aire de «neutralidad»- de que tales crímenes se cometieron en ambos bandos por igual y aún demás de que la Iglesia incitó al odio (lo cual no puede probar) y de que en las declaraciones de testigos sobre torturas probablemente hay exageración (lo que obviamente tampoco puede probar), es el único relator que encuentro de algunas de las torturas cometidas con los 80 eclesiásticos o religiosos asesinados en esa localidad, crímenes de los que supone responsable al alcalde Félix Torres Ruiz, al que califica de «especie de Pol-Pot» (manchego, añado).
La documentación de la Causa general da fe de que fueron asesinadas 179 personas de la localidad y 117 forasteros, lo cual suma 296 y, si los sacerdotes y religiosos son 80 -cosa que no he comprobado-, indica que más de una cuarta parte (27%) de las víctimas pertenecían a esa categoría. En ninguno de esos 296 casos se indica quién los mató, y en el resumen que se hace en el Estado 3 (foto arriba) se mencionan las torturas a dos sacerdotes y se viene a decir que los principales culpables ya han sido castigados, pero que, no obstante, si se requiere, se pueden dar nombres de más implicados.
El resto de la documentación se centra en investigar lo sucedido a los dos sacerdotes mencionados, pudiéndose concluir que a D. Jesús Gigante le cortaron los genitales, pero nadie confirma que enterraran vivo a D. Manuel Marcos Sánchez. De modo que puede concluirse que el Estado 3 actuó como árbol que esconde el bosque, pues parece claro que los casos de torturas fueron muy abundantes, para botón del muestra el caso del sacerdote Juan Pedro García-Sotoca, a quien sacaron los ojos y la lengua, y le partieron un brazo. A cualquiera podría parecer evidente que entre tres o cuatro no se ejecutan 300 asesinatos, pero con tanto que había que investigar en la posguerra, se diría que se pasó por alto.
No parece haber estudios sobre la represión de posguerra en Valdepeñas, ni siquiera sobre el alcalde, al que leyendo el Estado 3 daríamos por ejecutado. Gracias a la Fundación Pablo Iglesias, sabemos que Pedro Torres Ruiz era jornalero y que «en abril de 1936 fue elegido compromisario del PSOE por Ciudad Real para la elección del nuevo Presidente de la República (Manuel Azaña)«. No fue alcalde hasta el 1 de noviembre de 1936, muy tarde si se le quiere hacer responsable de todos los crímenes, si bien el que fuera elegido por unanimidad justifica que quienes lo mencionan en el libro sobre La Guerra Civil en Castilla-La Mancha lo llamen «carismático» (p. 1027), por cierto al referir que se despidió del pueblo el 25 de enero de 1939 (o sea que huyó por lo que pudiera pasarle cuando llegaran los nacionales); de su liderazgo da prueba también que, después de elegirlo alcalde, pusieran su nombre a un batallón (p. 1026). En definitiva, algunas luces y muchas sombras sobre un tema digno de estudio. Como se verá a continuación, no de todos los crímenes cometidos en su localidad puede acusarse a los de Valdepeñas, pues su cementerio era usado como punto de destino para matanzas de gente de otras localidades.
Cinco mártires del siglo XX en España nacieron un 19 de enero, por orden temporal de su martirio: un sacerdote claretiano cartagenero asesinado en Barbastro; un terciario capuchino valenciano; un hospitalario madrileño y otro granadino asesinados en Paracuellos; y el canónigo de la Colegiata de Xàtiva (Valencia).

Cuatro mártires del siglo XX en España nacieron un 26 de noviembre. Tomando pie de que en 2014 el arzobispo hispalense anunció la apertura de causas para 20 candidatos a beatos, me referiré a los mártires sevillanos ya beatificados.
Los nacidos un 26 de noviembre son, en el orden en que los asesinaron, un dominico leonés asesinado en Calanda, un sacerdote diocesano granadino, un amigoniano que en su refugio rezaba rosarios continuamente, y un hospitalario que había sido confitero en Ledesma (Soria).
En Alemania e Italia se conmemora a san Bellino de Padua (1145); En las islas británicas a los beatos Hugo Taylor, sacerdote, y Marmaduco Bowes, laico casado (1585); en Vietnam, a los santos sacerdotes dominicos Tomás Dinh Viet Du y Domingo Nguyen Van Xuyên (1839).

Siete mártires del siglo XX en España terminaron su pasión el miércoles 16 de septiembre de 1936: tres terciarios capuchinos en un pueblo de Valencia, dos claretianos –Antonio Perich Comas y Juan María Alsina Ferrer– más un sacerdote escolapio –Ignacio Casanovas– en la provincia de Barcelona y otro sacerdote diocesano en Almería. Añado algo sobre el que puede ser primer obispo mártir del siglo XIX en España: Juan Álvarez de Castro.
En Bélgica y Holanda, se conmemora al obispo san Lamberto de Mastrique (natural de esta ciudad holandesa, fue martirizado en Lieja hacia 705). En Corea, es aniversario del martirio de su santo patrón, el sacerdote Andrés Kim Taegon (1846). En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado a 17 mártires de esta fecha: seis de 1918 (el obispo Pimen Belolikov, el sacerdote monje Meletio Golokolosov, los arciprestes Felipe Shatsky y Sergio Fenomenov, los sacerdotes Vladimiro Dmitrievsky y Basilio Dmitrievich), dos de 1919 (los sacerdotes y hermanos Parfenio y Basilio Krasivsky), 1920 (los sacerdotes Andrés Dalnikov y Teófano Sokolov) y 1921 (los sacerdotes Vladimiro Sadovsky y Miguel Sushkov), uno de 1923 (el sacerdote Nicolás Suschevsky), 1924 (el sacerdote Eutimio Krugovykh), 1929 (el sacerdote Roman Marchenko), y dos de 1937 (el arcipreste Ilya Bazhanov y el sacerdote Alejo Zinoviev).

Entre los asesinados el domingo 23 de agosto de 1936, 24 han sido beatificados: 10 maristas y el deán de la catedral, en Toledo; en la provincia de Valencia, tres jesuitas, dos amigonianos (terciarios capuchinos) y un sacerdote del Sagrado Corazón (dehoniano); dos hermanos de las Escuelas Cristianas en la provincia de Teruel; un sacerdote secular en la de Tarragona –Estanislau Sans Hortoneda– y otro en la de Almería, en Madrid un laico vicenciano –Justo Ramón Piedrafita– y un capuchino en El Pardo (Madrid), más otro capuchino en Gerona.
En Francia, se conmemora al beato sacerdote franciscano Jean Bourdon, mártir en Rochefort (1794); en Polonia al beato sacerdote Francisco Dachtera, víctima de los nazis en Dachau (1944). En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado a los sacerdotes mártires Viacheslav Zakedsky (1918) y Atanasio Kislov (1937), arcipreste.

Entre los asesinados en la fiesta de la Asunción de 1936, la Iglesia católica ha beatificado a 39 personas: 20 claretianos de Barbastro; en Madrid dos capuchinos –Alejandro de Sobradillo, superior del convento de El Pardo, y el amigoniano Domingo de Alboraya-, dos dominicos –Maximino Fernández Marinas y José Santonja Pinsach– y una carmelita descalza -la primera farmacéutica mártir: María Sagrario de San Luis Gonzaga-; tres hermanos de las Escuelas Cristianas -los hermanos Alberto Flos en Benicarló y Clemente Vea en San Mateo- en la provincia de Castellón; dos sacerdotes de la diócesis de Tarragona –Agustí Ibarra y Joan Ceró- y un sacerdote claretiano en Barcelona; otros dos de la diócesis de Cartagena –Pedro Gambín Pérez y Cayetano García Martínez-; un sacerdote agustino –Severiano Montes– en Asturias, otro en Motril (Granada) –Vicente Soler, exprior general- y otro –Manuel Formigo– en Málaga; un sacerdote salesiano –Francisco Míguez– al que quemaron vivo, también en Málaga; más un sacerdote diocesano en Ávila y un laico, cuñado del poeta Rafael Alberti, en Almería.
En el Congo es aniversario de la muerte del beato mártir Isidoro Bakanja (1909); en México de los santos mártires Luis Batis Sainz (sacerdote), Manuel Morales (padre de familia), Salvador Lara Puente y David Roldán Lara (1926); en Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado al monje y sacerdote Platón Kolegov, martirizado en las purgas de 1937.