El 7 de noviembre de 2020 ha sido beatificado en Barcelona el mártir Juan Roig Diggle, en cuya historia me llama la atención su devoción por la acción de gracias eucarística y su piedad en general, como manifestó al «protestar» cuando le hicieron delegado de piedad en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, alegando que la piedad no puede ser una sección más, ya que es algo imprescindible para todo cristiano. Sobre todo me llama la atención su comentario cuando le preguntaron qué le había gustado más de un retiro, y contó que fue el rato de acción de gracias después de comulgar. Como si fuera una señal que confirmara la importancia de la piedad eucarística y en concreto después de comulgar, en su caso pudo cumplir el deseo de comulgar precisamente antes de que le mataran, así que con todas las reservas que da la falta de certeza al respecto, casi podemos dar por supuesto que fue mientras daba gracias tras haber comulgado cuando Dios acogió su alma.
Más sobre la beatificación en Hispania Martyr, en Vatican News.
Juan Roig i Diggle, miembro de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, fue arrancado de los brazos de su madre y llevado a fusilar por odio a la fe. Es lo que reconoció solemnemente el papa Francisco el 2 de octubre de 2019, abriendo así la puerta a la beatificación de este joven de 19 años que, según quienes lo tuvieron detenido en la noche del 11 al 12 de septiembre de 1936, «no paraba de gritar ¡Viva Cristo Rey!» y que según uno de los que lo fusiló en Santa Coloma de Gramanet «murió diciendo que nos perdonaba, y que pedía a Dios que nos perdonara. Casi nos conmovió».