El sacerdote franciscano Gabriel Olivares es por ahora el único mártir entre los asesinados el 21 de diciembre de 1936. Nacidos un 21 de diciembre hay otros cinco beatos mártires: dos sacerdotes diocesanos y tres religiosos. Contaré algo más por extenso el caso del párroco de la Purísima Sangre de Reus y de los carmelitas de Tárrega, que según contaron sus asesinos se resistieron a dejarse quitar los crucifijos.