Santiago Mata. 5 de marzo de 2016. Ayer viernes fueron asesinadas en Adén -capital de Yemen del Sur entre 1967 y 1990- cuatro Misioneras de la Caridad (las monjas de la Madre Teresa de Calcuta), en un asalto cometido por hombres uniformados, en el que murieron 13 personas más. Según el franciscano suizo monseñor Paul Hinder, vicario apostólico para el sur de Arabia, se trataría de un martirio, ya que el crimen «tiene algo que ver con la religión».
Las religiosas asesinadas se llamaban hermana Anselm (india), hermanas Marguerite y Reginette (ruandesas) y hermana Judit (keniana).
Según la noticia de AsiaNews, monseñor Hinder declaró que el asalto al convento y asilo tuvo lugar a las 8.30 horas: «personas de uniforme asaltaron el complejo donde viven las Misioneras de la Caridad. Mataron al guardia de seguridad y a todos los empleados con los que se toparon, luego fueron a por las monjas y abrieron fuego, matando a cuatro. Una logró esconderse y sobrevivir, ahora está en un lugar seguro» (se trata de la superiora).
El periódico local The National asegura que se trató de asesinatos a sangre fría, ya que según el testimonio de un médico, algunos cadáveres que llegaron al hospital de Médicos sin Fronteras llevaban las manos atadas a la espalda y habían recibido un tiro en la nuca. Los asaltantes llamaron a la puerta diciendo al guardia que querían visitar a su madre, que estaba entre los 80 residentes del asilo establecido por las religiosas en el año 2000: Cuando el guardia abrió la puerta, los asaltantes lo mataron y después dispararon contra los ancianos y monjas al azar, según un militar yemení que dijo haber hablado con la monja india superviviente, que se escondió en una habitación-nevera donde guardaban alimentos. Khaled Haidar, hermano de uno de los asesinados, declaró haber hablado con la monja superviviente, «que estaba llorando y temblando». Su familia la llevó a miembros de la resistencia responsables de la seguridad en el distrito de Al Sheikh Othman.
Los atacantes secuestraron al sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, que estaba rezando en la capilla, y que residía en el complejo atendido por las misioneras, desde que en septiembre de 2015 su parroquia (la de la Sagrada Familia en Adén) fuera saqueada e incendiada por hombres armados no identificados. Según la Agencia Fides, entre los asesinados se cuentan «el conductor y al menos otros dos colaboradores etíopes de la comunidad».
La capital de Yemen fue reconquistada hace meses por las fuerzas leales al presidente Abdel Rabbo Mansour Hadi, en lucha con los rebeldes Houthi, pero en ella siguen actuando grupos vinculados a la red de Al Qaeda. Monseñor Hinder declaró que «sabíamos que la situación era difícil y que las hermanas corrían cierto riesgo», pues ya habían sido atacadas, sin embargo «decidieron permanecer a pesar de ello, pues eso era parte de su espiritualidad», afirmó el prelado, residente en Abu Dabi, distante 2.652 kilómetros por carretera de Adén.
«Estaba claro que el área no era segura, incluso si no había signos particulares. Era difícil obtener información», pero según Hinder «la señal es clara: tiene algo que ver con la religión».
En julio de 1998, un asaltante al que las autoridades yemeníes calificaron como «un saudí desequilibrado» mató a tiros a tres Misioneras de la Caridad cuando salían de un hospital en Al Hudaydah (Hodeida), ciudad yemení en la costa del Mar Rojo, al oeste la capital, Saná. Dos de ellas eran indias (hermana Mary Zilia y Mary Aletta) y la tercera filipina (hermana Mary Michael).
La actual guerra civil enfrenta en Yemen desde enero de 2015 al gobierno suní, apoyado por Arabia Saudí, contra los rebeldes Houthis, vinculados al expresidente Ali Abdullah Saleh y apoyados por Irán. En marzo de 2015 comenzaron los ataques aéreos de la coalición pilotada por Arabia Saudí, tratando de recuperar la capital Saná. El 25 de mayo de 2015, informaciones de Abouna.org aseguraban que en Yemen permanecían 20 Misioneras de la Caridad, en cuatro casas de Saná, Taiz, Hodeida y Adén. Mientras que tres de los cuatro sacerdotes que había en esas regiones habían sido evacuados, las monjas se quedaron argumentando: ¿Adónde irá toda esta gente que vive en nuestras casas?
Las monjas de la Madre Teresa ya atendían a mediados de los 80 una colonia para leprosos llamada «La Ciudad de la Luz» en Taiz, situada 170 km al norte de Adén y más de 300 al sur de Saná.