13 mártires del siglo XX en España terminaron su pasión el martes 24 de noviembre de 1936. Se trata de 12 carmelitas de la Caridad del Hospital de Valencia, más el dominico Félix Alonso en Paracuellos. El caso de las vedrunas muestra como se trató por la fuerza de borrar toda «antigualla de religión» desde que se impuso el Frente Popular en febrero de 1936.
En Sevilla se celebra la memoria litúrgica de las santas mártires Flora y María de Córdoba (851); en Bélgica la del obispo mártir san Alberto de Lieja o Lovaina (1192); en Vietnam la de san Andrés Dung-Lac y sus 116 compañeros mártires, aunque solo tres de ellos murieron en esta fecha de 1838: el obispo Pedro Rosa Ursula Borie, más los sacerdotes Vicente Nguyen The Diem y Pedro Vo Bang Khoa. En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado como mártir al sacerdote Eugenio Vasilyev (1937).
«Barridas» dos meses antes de estallar la Guerra
Según el relato de Alberto José González Chaves, desde 1858 y por petición de Isabel II al obispo de Vic José Castanyer, en la Real Casa de Misericordia de Valencia (no la «nueva» también clausurada, sino la antigua de la que por todo resto queda un santuario de estilo bizantino, la parroquia de Nuestra Señora del Puig, en la calle Pintor Zariñena-Plaza Vicente Iborra) las carmelitas de la Caridad se ocupaban de un asilo de ancianos, niños y jóvenes desvalidos de ambos sexos, en el que fue acogida santa Genoveva Torres Morales (1870-1956), que por ser coja no pudo ingresar en las carmelitas de Santa Joaquina de Vedruna, y fundó el Instituto de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Ángeles (las Angélicas). A partir de la victoria del Frente Popular, la Diputación de Valencia decidió prescindir de las 37 religiosas.
El 20 de febrero de 1936, en la Casa de Misericordia estalló un motín, con chicos rompiendo puertas y cristales, irrumpiendo en las clases de las niñas, golpeando a las religiosas y profanando algunas imágenes. Incluso ancianos asilados apedrearon ventanas y tiraron la comida al rostro de las religiosas. Las mujeres, en cambio, defendieron la clausura con piedras y escobas. El 12 de mayo se decretó su sustitución por personal femenino civil, que les fue presentado el 4 de junio: 68 mujeres cuya inspectora expuso así su programa: “Necesito ante todo barrer toda antigualla de religión”. La iglesia del asilo se cerró en marzo, y las carmelitas rezaban en su oratorio privado.
Feliciana (de Nuestra Señora del Carmen) de Uribe y Orbe (43 años), natural de Múgica (Vizcaya). El 22 de julio celebró el capellán José Legua la última misa. Las carmelitas se fueron yendo a un piso en la calle de los Cambios 3, cerca de la Lonja. El 27 de julio se puso fin a 78 años de servicio, entre insultos y acusaciones de ladronas por la vecindad. Las autoridades permitieron marchar a las que tuvieran familia fuera, aunque alguna como la madre Prudencia Plaja no lo hizo.
Paula (de Santa Anastasia) Isla Alonso (73), Villalaín (Burgos)
El último de muchos registros fue el 17 de noviembre, cuando las llevaron al comité de la FAI, donde al enterarse de que su guardián era sacerdote -Juan Calatayud Guardiola, párroco de San Miguel y San Sebastián-, le pidieron confesión y ánimo. Ofrecieron de nuevo la libertad a la madre Prudencia por ser catalana, pero la rechazó: “Donde vayan las hijas, allá va la Madre”.
Niceta (de Santa Prudencia) Plaja Xifra (73), Torrent (Gerona). Se dictó sentencia de prisión para las 12 religiosas, que el día 19 fueron a la cárcel de mujeres de Alacuás.
El 24, a las 5 horas, les mandaron subir a un camión para cuidar a los niños evacuados en los Baños de Bellús. Pero ellas sabían adonde iban y repetían,como el primer mártir san Esteban: “Perdónales este pecado, que no saben lo que se hacen”. Las llevaron al Picadero de Paterna. La madre Prudencia (Niceta), arrodillada con los brazos en cruz, dijo en voz alta: “Señor, tú me las diste, te las entrego, estoy dispuesta”.
Justa (de la Inmaculada) Maiza Goicoechea (39), Ataún (Guipúzcoa).
Erundina (de Nuestra Señora del Carmen) Colino Vega (53), Lagarejos (Zamora).
Daría (de Santa Sofía) Campillo Paniagua (63), Vitoria.
María Consuelo (del Santísimo Sacramento) Cuñado González (52) Bilbao.
Concepción (de Santa Magdalena) Rodríguez Fernández (40), Santa Eulalia de las Manzanas (León).
Mª Concepción (de San Ignacio) Odriozola Zabalia (54), Azpeitia (Guipúzcoa).
Cándida (de Nuestra Señora de los Ángeles) Cayuso González (35 años), Ubiarco (Cantabria).
Antonia (de San Timoteo) Gosens Sáez de Ibarra (66), Vitoria.
Clara (de Nuestra Señora de la Esperanza) Ezcurra Urrutia (40), Mondragón (Guipúzcoa).
Se reanudan las sacas a Paracuellos
Felix Alonso Muñiz, de 40 años, profesó como dominico en 1913 y era sacerdote desde 1920. En el convento madrileño de Atocha fue consiliario de Acción Católica, gran orador, bondadoso y entregado a atraer a la clase obrera. El 18 de agosto de 1936 se entregó a la Dirección General de Seguridad, de donde lo llevaron a la cárcel de Porlier. Allí pudo dar la comunión a algún compañero de prisión, rezaba con ellos y les leía algún libro piadoso que pudo retener consigo; su estado de ánimo infundía aliento a los demás. Parece que lo incluyeron en la lista de los “puestos en libertad” por haber dado la absolución a un prisionero herido mortalmente, lo que puso de manifiesto que era sacerdote. Aunque no hay ningún beatificado entre los fusilados de la saca del 22 de noviembre (de la cárcel de San Antón), Alonso Muñiz lo es de la siguiente, del día 24, de Porlier a Paracuellos.
Un mes después de su beatificación, según noticia aparecida el 29 de noviembre de 2007, se celebró en su honor una misa de acción de gracias en su pueblo leonés, Oseja de Sajambre, a la que asistieron familiares o amigos llegados incluso desde Venezuela.
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