El mundo no se conquista con fusiles, sino con amor El sacerdote turolense Zósimo Izquierdo hizo frente a los revolucionarios con un crucifijo, afirmando que el mundo se conquista con amor


Cuatro mártires del siglo XX en España nacieron un 17 de diciembre; entre ellos Francisca del Corazón de Jesús Aldea Araujo, una de las dos primeras monjas mártires (junto con su hermana de congregación Rita Dolores Pujalte y Sánchez). Además, es aniversario de la primera beatificación de mártires celebrada en 2011 en la madrileña catedral de la Almudena (que no fue la primera realizada en España, ya que casi dos años antes fue beatificado Josep Samsó en Mataró).

En la esencia de la Revolución Española
El asesinato a primeras horas de la tarde del 20 de julio de 1936 de estas dos monjas muestra hasta qué punto el anticlericalismo estaba en la esencia de la Revolución Española y no necesitó basarse en provocaciones reales. La negativa del coronel responsable del Cuartel de la Montaña a obedecer la orden (ilegal) de entregar los 50.000 cerrojos allí custodiados para armar a las milicias de los partidos frentepopulistas, motivó el cerco de este cuartel y tras su rendición a las 11 de la mañana del 20 de julio sin apenas combate, el fusilamiento, sin juicio de la mayoría de los mandos militares y falangistas allí congregados. Para entonces, llevaban ya casi dos días ardiendo iglesias en Madrid. La primera, hacia las 5 de la tarde del sábado 18 de julio, fue la de San Andrés, que no se reconstruiría hasta 1999.

En la mañana del domingo 19 de julio de 1936, se produjeron incidentes a la salida de algunas iglesias: En la de los Dominicos de la calle Torrijos, hubo muertos y heridos entre los feligreses. La de San Cayetano, en la calle Rivera, fue totalmente incendiada. También fue asaltada la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y, ya en la noche, comienza a arder la catedral de San Isidro. En las veinticuatro horas siguientes, serán asaltados e incendiados otros 34 edificios religiosos en Madrid. Tras el asalto a la iglesia de El Salvador y San Nicolás, mataron al párroco y a cinco sacerdotes más.

Las mencionadas religiosas están entre los nueve mártires beatificados del 20 de julio, y son las primeras mujeres: Rita Josefa (Rita Dolores) Pujalte Sánchez y Francisca (del Corazón de Jesús) Aldea Araujo, religiosas del Instituto de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, de 83 y 54 años de edad. La primera nació en Aspe (Alicante), de familia acomodada, e ingresó en 1888 en el Instituto fundado por la madre Isabel Larrañaga en 1877, emitiendo sus votos perpetuos dos años más tarde. En 1891 era superiora del convento de Santa Susana en Madrid, en 1894 del de San José en Fuensalida (Toledo), en 1896 maestra de novicias y entre 1899 y 1928, superiora general, pasando después a vicaria general. Diabética y casi ciega, no pudo abandonar el colegio de Santa Susana cuando fue asaltado.

Le acompañaba en esas circunstancias la madre Francisca del Corazón de Jesús, natural de Somolinos (Guadalajara), de familia sencilla y húerfana de niña, fue acogida en dicho colegio e ingresó en el Instituto a fines de 1899, habiendo sido precisamente la madre Rita Dolores su maestra de novicias. Hizo votos perpetuos en 1910 y se dedicó a la enseñanza, además de ocupar en el colegio -abierto en 1889 por la madre Larrañaga en el barrio de Ventas, funcionaba como curia general de la orden- cargos de superiora local, consejera, secretaria y ecónoma general. A pesar del peligro, la comunidad religiosa había permanecido en el colegio para atender a las niñas, y en particular la madre Rita Dolores rehusó en varias ocasiones buscar un lugar más seguro. La madre Francisca se comprometió a acompañarla. En cuanto tuvieron noticias de que la llegada de los milicianos era inminente, ambas se dirigieron a la capilla, disponiéndose a la muerte y perdonando por anticipado a sus verdugos, confiando en Dios: “Echémonos en sus brazos y que sea su santísima voluntad”, dijo la madre Dolores.

Tras ser capturadas, y momentos antes de salir, recitaron el Credo en la portería en presencia de los milicianos, quienes, fingiendo ayudarlas, las acompañaron hasta un piso cercano de una familia conocida. Allí rezaron ambas el rosario y dieron gracias a Dios por la posibilidad que habían tenido para prepararse al martirio ya tan cercano. Hacia el mediodía fueron conducidas violentamente al interior de una furgoneta. No opusieron resistencia. Fueron fusiladas en la carretera de Barajas hacia las 15.30 horas. Testigos presenciales se maravillaron de la serenidad de sus rostros y del perfume que desprendían sus restos mortales. Ambas están sepultadas, junto a la madre Larrañaga, en el colegio de las Hermanas de la Caridad en Villaverde Alto (Madrid).

«El mundo no se conquista con fusiles, sino con amor»

El padre Zósimo Izquierdo.Los otros tres beatos nacidos un 17 de diciembre son: el sacerdote diocesano Zósimo Izquierdo Gil, de 40 años, nacido en Villahermosa del Campo y párroco de la también turolense localidad de Castelserás, donde fue martirizado el 30 de julio de 1936 junto con los beatos Joaquín Prats y José María Muro. Fue beatificado con los mártires valencianos de 2001, incluido en el proceso de los dominicos (un auténtico «outsider», pues no era ni valenciano, ni dominico). Hizo frente a la violencia revolucionaria con un crucifijo:

Al llegar la persecución religiosa permaneció en la casa parroquial hasta que el 28 de julio un tiro contra una imagen de la Virgen de la fachada le hizo salir crucifijo en mano. Inmediatamente le apuntaron una serie de fusiles, pero él se limitó a decirles que no con fusiles se conquistaba el mundo, sino con el amor. Un miliciano quiso apuñalarle. Pero el comandante de la plaza no permitía que se aplicase la pena capital sin juicio previo.

Detenido fue interrogado varias veces. Al preguntarle a qué se dedicaba, contestó: «A servir a Dios y a la Virgen, y hacer bien a todos». Metiéronlo en la cárcel donde coincidió con tres religiosos dominicos. Fue el consuelo de unos treinta detenidos, muchos de los cuales se confesaron, dedicando muchas horas al rezo del Rosario. Cuando los perseguidores se mofaban con burlas soeces, él correspondía con una delicada sonrisa.

Finalmente el 30 de julio a media noche, lo sacaron junto con dos religiosos dominicos y los llevaron al lugar del suplicio. Se arrodillaron, y al preguntarles qué hacían, Zósimo contestó: «Oramos para encomendamos a Dios y pedir que os perdone pues no sabéis lo que hacéis».

El segundo es el alumno de teología claretiano Alfonso Sorribes Teixidó, de 23 años, natural de Rocafort de Vallbona (Lleida) y fusilado en Barbastro el 15 de agosto de 1936. Beatificado el 25 de octubre de 1992.

El padre José Gomis.

El último es el sacerdote diocesano Josep Gomis Martorell, natural de Reus (Tarragona) y asesinado en Barcelona (probablemente en la checa de San Elías) el 5 de mayo de 1937, junto con el también sacerdote Enric Gispert; beatificado el 13 de octubre de 2013 en Tarragona. Desde que supo de la persecución mexicana se había preparado con el deseo del martirio:

Al leer los relatos de la persecución religiosa en México, manifestaba el deseo de derramar la sangre por Cristo. Pasaba muchas horas en el confesionario y con frecuencia se le encontraba arrodillado y con los brazos en cruz. Era muy caritativo y a menudo hacía sentar a su mesa algún pobre. Su celo apostólico hacía que cada semana recorriera cinco o seis colegios de Reus explicando el Evangelio con diapositivas.
Cuando estalló la guerra del 36, era párroco de San Pedro de Reús. Un día le preguntó a su sobrinito Pedro: «Pedro, ¿te gustará ser mártir de Cristo?» El niño contestó: «Hombre, eso que te tengan de matar…» Ms. Gomis replicó:« ¡Pues a mí sí que me gustaría!» Y añadió: «¡Oh si Dios me hubiera escogido para serlo!» Cuando le dijeron que la cosa se ponía muy mal, dijo: «Si es así nos pondremos plenamente en manos de Dios.»

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