Un mártir del siglo XX en España, el claretiano Miguel Facerías, fue asesinado el 22 de febrero de 1937. Él mismo -asesinado en su 76º cumpleaños- y otros once nacieron un 22 de febrero: un pasionista palentino y otro zaragozano, un carmelita soriano y otro alavés, un agustino de Palencia y otro leonés, un lasaliano y una adoratriz gerundenses, un marista navarro, un laico valenciano y otro almeriense.
El 22 de febrero de 1945 murió en Dachau el sacerdote palotino mártir Richard Henkes, beatificado el 15 de septiembre de 2019.
Como somos viejecitos, con dos tiros habrá suficiente
Miguel Facerías Garcés, religioso profeso claretiano y oscense de Perarrúa, fue asesinado en la Caseta de Sant Jaume d’Alboquers (Sant Bartomeu del Grau, 12 km al oeste de Vic, provincia de Barcelona) el día de su 76º cumpleaños, 22 de febrero de 1937, y beatificado en Barcelona el 21 de octubre de 2017. Habilidoso sastre, desempeño esa profesión en Vic durante 30 años hasta que el 21 de julio de 1936 tuvo que abandonar el convento, junto con el hermano Ciriaco García, para refugiarse en casa del señor Viñeta, relata la biografía de su congregación:
«Los días que estuvo en esta casa los pasó dedicado a ejercicios de piedad con sumo fervor, viéndosele frecuentemente con el rosario en la mano.
Los HH. Facerías y García, después de obtener certificado médico de sus achaques y enfermedades, extendido por el Dr. Cándido Bayés, se presentaron al Comité para lograr autorización de ingreso en el convento de las Josefinas, convertido en una especie de asilo municipal de ancianos. Uno del Comité les preguntó quienes eran y ellos respondieron que eran Hermanos del Corazón de María. Entonces les dijo:
Ustedes se merecen cuatro tiros.
No se molesten ustedes, pues como somos viejecitos, con dos tiros había suficiente, respondió el H. Facerías.
El día 13 de agosto ingresaron en el asilo. El H. Facerías salía con frecuencia para ponerse en contacto con los otros miembros de la comunidad dispersa. Al advertirle que salía mucho, respondió:
No me importa que me maten.
El 17 de diciembre de 1936 fue disuelta la casa asilo. El H. Facerías acudió a la casa Viñeta, pero esta vez no le pudieron admitir. Entonces se refugió con dos religiosas en la masía Casa Nova del Clos, casa solariega de una de aquellas religiosas, situada en el municipio de Santa Cecilia de Voltregá. En la masía continuó con su piedad y fervor, ayudó en lo que pertenecía a su oficio de sastre y enseñó el catecismo a los hijos del colono.
Fue detenido el 22 de febrero de 1937 por una denuncia hecha al Alcalde, el cual dijo que había que limpiar el pueblo de la porquería clerical. Ese día era el septuagésimo séptimo aniversario de su nacimiento en este mundo y para celebrarlo había repartido caramelos entre los niños y estaba muy animado. A eso de las tres de la tarde se presentaron en casa cuatro pistoleros, el Alcalde, el presidente del Comité y otros dos más. Mientras estos vigilaban, los dos primeros entraron a registrar. El H. Facerías se encontraba en un bosquecillo próximo y cuando terminó sus rezos volvió a casa ignaro de lo que sucedía. Le hacían señales para que escapara, pero no entendió. Al llegar a la casa se lo dijeron y él contestó con gran serenidad:
Si es voluntad de nuestro Señor, yo estoy preparado para el martirio.
Entonces dan voces los milicianos de guardia y salen los de dentro indagando:
¿Quién es usted?
Soy el sastre de los Misioneros de la Merced.
¿Conoce usted a alguien en Vich?
Sí, conozco al alcalde.
Venga usted, pues irá a declarar.
¿Me autorizan ustedes a cambiarme de traje?
Y mientras iba, comentó
Padrina, ¿le parece a usted que me ponga dos pantalones para pasar la noche en la cárcel? Lo más cierto es que me van a matar. ¿Ven ustedes qué cumpleaños tengo? Aun pudiera ser que vaya a acabarlo en el cielo.
Alargando unos rosarios
Mire, tómelos porque los profanarían, que sean para su madre Carmen, y cuando esta muera pasen a la Carmencita. Aquí tiene también siete duros… Quedo muy agradecido. Sólo siento que falte la Concepción para despedirme de ella, pero dígale que en el cielo me acordaré mucho de ella.
Al terminar estas palabras todos lloran.
No hay lágrimas que me ablanden, interrumpe el presidente del Comité, a mí nadie me ablanda el corazón, ni mi mujer puede conseguirlo.
La abuela levanta la voz y dice:
Si quieren matarlo por haber celebrado misa, sepan que no ha celebrado jamás.
El H. Facerías se despide de toda la familia diciendo:
¡Adiós!
¡Salud! se dice, observan los milicianos, pero el Hermano, como si no hubiera oído, repitió la despedida:
¡Adiós! Y si no nos vemos más, !hasta el cielo!
Se llevaron al Hermano a la sede del comité, donde le sometieron a burlas. El chófer, “alquilado” por orden del Alcalde del pueblo vecino, le dice al presidente del comité:
¿A dónde vas, bestia bruta, con este vejete que no puede tenerse en pie? ¿No te da vergüenza matar gente de tantos años?
Este es un fraile o un canónigo. Debemos acabar con esta raza de gente.
Y de allí se dirigen a Vich, a la Comisaría de Defensa. Según los testimonios, en la madrugada del 23 de febrero le llevaron al lugar conocido como el Pont del Llop (Puente del Lobo), y le fusilaron, pues allí encontraron su cadáver. Fue enterrado en el cementerio de Alboquers.»
La documentación del ayuntamiento de Vic en la Causa General señala como sospechoso de participar en este asesinato solo a Manuel Buillo López (legajo 1601, expediente 17, folio 4).
Los doce pasionistas de Daimiel asesinados en Manzanares
Abilio (de la Cruz) Ramos y Ramos, de 19 años (nació en Resoba, Palencia, en 1917), era uno de los hermanos pasionistas de Daimiel que fueron asesinados en Manzanares (Ciudad Real) el 23 de julio de 1936 (ver entrada del blog del 3 de febrero), y con ellos fue beatificado en 1989, al igual que su compañero Tomás (del Santísimo Sacramento) Cuartero Gascón, de 21 años (nació en Tabuenca, Zaragoza, en 1915), asesinado también en Manzanares (Ciudad Real) pero justo tres meses más tarde, el 23 de octubre de 1936.
Un grupo de 12 pasionistas que había salido de Daimiel el 21 de julio tomó en El Campillo el primer tren que pasaba, a las 9,30 horas. Al llegar a Manzanares los encerraron en la perrera del ayuntamiento hasta las cinco de la mañana del 23 cuando los llevaron a la estación. Allí, los milicianos armados obligaron a los religiosos a andar por la vía del tren y sin previo aviso les dispararon. Murieron cinco de ellos -entre ellos el hermano Abilio de la Cruz- en el acto y los otros siete quedaron malheridos. La Cruz Roja los llevó al hospital, donde uno de ellos -el hemano Fulgencio Calvo Sánchez– falleció, y los otros seis heridos -entre ellos el hermano Tomás del Santísimo Sacramento- fueron atendidos. Los médicos se hicieron renuentes a darles el alta conforme mejoraban, conscientes de que iba a significar la señal de su nuevo fusilamiento, cosa con la que fueron amenazados. Pero el 23 de octubre vinieron por ellos, los hicieron subir en una furgoneta conducida por personas que no eran de Manzanares, los llevaron a Ciudad Real y consultaron al gobernador, que dijo que era un asunto del respectivo comité. La furgoneta tomó de nuevo la dirección a Manzanares y en el camino los mandaron descender y los fusilaron. Esta vez murieron los seis (más un hombre no identificado, según el estado 2 conservado en el legajo 1029, expediente 3, folio 10 de la Causa General).
¡Qué cantidad de tiros le hemos dado!
El carmelita descalzo del convento de Toledo Pedro Jiménez Vallejo (padre Pedro José de los Sagrados Corazones), de 75 años (nació en Valdeprado, Soria, en 1861), fue asesinado en la ciudad de su residencia el 31 de julio de 1936 y beatificado en 2007. Pertenecía al grupo de siete religiosos que se refugiaron en casa del médico Emilio González Orúe, de los que era con diferencia el mayor (sacaba 35 años al siguiente). Entre sus compañeros de martirio se cuentan fray Félix de la Virgen del Carmen (ver post del 9 de enero), fray Daniel de la Sagrada Pasión (mencionado en el post del 17 de febrero), Melchor (del Niño Jesús) Martín Monge, de 22 años; José Luis Collado Oliver (fray Plácido del Niño Jesús), de 24 años; el padre Nazario (del Sagrado Corazón) del Valle González, de 35; yJosé Grijalvo Medel (padre Ramón de la Virgen del Carmen), de 40 años.
El padre Pedro José había sido maestro y, queriendo ser religioso, se hizo sacerdote (1885) hasta que murió su madre. Profesó como carmelita en 1895 y en 1900 marchó a Cuba, volviendo a España en 1906. Desde 1924 estaba en Toledo. Al ser descubierto por los milicianos en la casa contigua a la del médico, casi no los podía seguir al bajar las escaleras. Camino del lugar del suplicio iban los otros seis de dos en dos cogidos de la mano, menos el padre Pedro José, que iba el último con las manos en alto e iban dándole culatazos porque no podía casi andar. Se dirigió a los verdugos, preguntándoles: “¿Qué mal os he hecho; por qué me fusiláis?” Creyéndole el superior del convento por ser el más anciano, se ensañaron y le destrozaron el cráneo. Antes de disparar le descalzaron y le registraron, buscando dinero hasta en los calcetines. Uno de los ejecutores volvió a casa del médico a pedir agua y comentó: “¡Qué cantidad de tiros hemos dado al padre Pedro, que hasta el techo han saltado los sesos!”. Los cadáveres quedaron unas horas en la calle hasta que se los llevaron en un camión sucio de obras.
El también carmelita descalzo Pedro (de San Elías) Heriz y Aguiluz, de 69 años (nació en Barajuen-Aramayona, Álava, en 1867), fue asesinado en Torredembarra (Tarragona) el 11 de noviembre de 1936 y beatificado en 2013. Es uno de los 14 mártires de la última saca del barco Río Segre (ver post del aniversario). Según la biografía publicada por la provincia carmelita de Arizona y California, fue minero antes de hacer el servicio militar, y entonces su hermano mayor le animó a hacerse como él carmelita. Ordenado en 1897, tres años después marchó a México y en 1905 marchó a Los Ángeles para establecer allí un noviciado, pero al no saber inglés el obispo mandó de vuelta a los carmelitas a México, de donde el padre Pedro salió en 1911 para Arizona, donde fueron acogidos en Tucson por un sacerdote al que habían cuidado en México, que intercedió por ellos ante el obispo: este dejó predicar al padre Pedro en la catedral e, impresionado por su sencillez, les dio una pequeña iglesia en un pueblo. En 1930 marchó a Cataluña, al ser elegido provincial definidor y maestro de novicios.
Florencio Alonso Ruiz, sacerdote agustino de 47 años (nació en 1889 en Osorno, Palencia) fue asesinado en Gijón el 27 de agosto de 1936 y beatificado en 2007, al igual que el también sacerdote agustino Matías Espeso Cuevas, de 35 años (nació en 1901 en San Martín de Valdetuéjar, León), al que mataron el 30 de noviembre en Paracuellos.
De Palmerola (Gerona), donde nació en 1888 (tenia 48 años) era Josep Camprubí Corrubí (hermano Jacint Jordi, en la congregación de la Doctrina Cristiana), fue asesinado el 28 de agosto de 1936 en La Canonja (Tarragona) y es uno de los siete beatificados (en 2013) entre los asesinados en la saca de ese día del barco Río Segre.
Gerundense de Anglès y de 43 años (nació en 1893) era Josefa (de Jesús) Boix Riera, una de las 23 esclavas adoratrices del Santísimo Sacramento asesinadas en Vicálvaro el 10 de noviembre de 1936 – que murieron «con la sonrisa en los labios y bendiciendo a Dios»– y beatificadas en 2007.
Abilio Villarreal Abaza (hermano Roque) era un marista de 51 años (nació en 1885 en Arazuri, Navarra), asesinado en Málaga el 18 de octubre de 1936 (ver artículo del aniversario) y beatificado en 2013.
José Perpiñá Nácher, casado, radiotelegrafista y abogado de 25 años (nació en Sueca, Valencia, en 1911), fue asesinado en el picadero de Paterna el 29 de diciembre de 1936 y beatificado en 2001 (ver su biografía en el aniversario).
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