Un sacerdote paúl mártir del siglo XX en España fue asesinado el 28 de mayo de 1937. Otros ocho nacieron un 28 de mayo: dos lasalianos y un carmelita terciario de la enseñanza burgaleses, un laico oscense, un sacerdote secular almeriense y otro tarraconense, más una sierva de María madrileña.
El paúl era Luis Berenguer Moratonas, nacido el 5 de julio de 1869 en Santa María d’Horta (Barcelona) que a sus 67 años murió mártir en Barcelona y que fue beatificado en Madrid el 11 de noviembre de 2017. Era el menor de 10 hermanos y tuvo cuatro hermanas religiosas. Fue formador en seminarios diocesanos de México desde 1899, sufriendo allí la Revolución hasta que en 1918 lo destinaron a Cuba. La biografía de la beatificación supone que lo vivido en México le hizo ser inicialmente optimista respecto a la situación en España. Es un caso de mártir que no fue asesinado, sino que murió prematuramente a causa de los sufrimientos impuestos por odio a la fe:
En julio de 1936, el P. Berenguer era el rector del templo en la casa provincial de Barcelona. Juzgaba con un cierto optimismo la situación, acaso por haber sobrevivido en la persecución mejicana. Esta actitud optimista fue decayendo a medida que arreciaban los ataques a la religión. No quiso dejar la casa hasta que quedaran a salvo la Eucaristía y los objetos del culto, viéndose obligado a salir por el terrado en la madrugada del día 20, junto con el superior, por estar invadida la iglesia y la residencia.
Lo recibió en su casa su sobrino Ángel Berenguer Plans y permaneció oculto hasta que el 17 de septiembre unos milicianos armados asaltaron el edificio y lo llevaron prisionero. Él no ocultó su condición sacerdotal y como tal figura en los documentos oficiales.
En la cárcel se fue debilitando de día en día; perdía la vida sin que hubiera para él los mínimos cuidados, ni tratamiento alguno. Contrajo una pulmonía complicada con meningitis y septicemia que es una enfermedad mortal propia de la falta de asepsia. Por fin lo llevaron a la enfermería de la cárcel, gracias a lo cual un sacerdote de la diócesis de Toledo le administró todos los santos sacramentos. Con pleno conocimiento ofreció su vida por la salvación de España. Había hecho a sus familiares el siguiente testamento espiritual: “Si Dios me tiene destinado para alguna cosa, hará que viva, y si no iré al Cielo”. El 27 de mayo de 1937 lo trasladaron al hospital clínico. Ya estaba gravísimo.
Murió en la zona de detenidos del hospital Clínico, bajo vigilancia por estar preso, el viernes 28 de mayo de 1937 a causa de los malos tratos recibidos durante 8 meses de cautiverio. Ángel, el sobrino que lo recibió en su casa, atribuye a su intercesión haber salido ileso de entre los escombros, al explotar una bomba en el edificio de su casa causando 36 muertes, el 7 de diciembre de 1937.
Su último trabajo fue dar de comer a sus asesinos
Germán Arribas y Arribas (hermano Ángel Gregorio de las Escuelas Cristianas), de 41 años y natural de Mazueco de Lara (Burgos), era el cocinero del noviciado lasaliano de Griñón (Madrid), donde dio de comer a los milicianos que lo mataron el 28 de julio de 1936, junto con otros nueve religiosos y un laico, con los que fue también beatificado en 2013.
Su viuda y sus seis hijos supieron perdonar
Justo Ramón Piedrafita, nacido en Huesca el 28 de mayo de 1896, era miembro de la Asociación de Hijos de María de la Medalla Milagrosa y tenía 40 años cuando lo mataron el 23 de agosto de 1936 en Madrid, ciudad donde fue también beatificado el 11 de noviembre de 2017. Portero de la casa de la calle Zurbano 53, fue denunciado por otro portero, según la biografía de la beatificación, pasando por cuatro checas; la socialista de Martínez Campos 23, la de Bellas Artes, la comunista de Chamartín y por fin la que le llevaría a la muerte, la socialista de Martínez Campos 8:
Justo fue detenido en varias ocasiones, la primera el 8 de agosto de 1936 por las milicias de los Leones Rojos, dependientes de comercio de la UGT que lo condujeron al comité establecido en Martínez Campos, 23 y 25, edificio de los duques de Torrearias, logrando ser puesto en libertad después de haber pasado por la checa oficial del comité provincial de investigación pública, sita en el edificio del círculo de Bellas Artes, Alcalá, 40. El día 15 del mismo mes, fue detenido por unas milicias comunistas que lo llevaron a un centro que en Chamartín hacía las veces de checa del Radio Comunista de dicha barriada. También fue puesto en libertad. Finalmente, el 22 de agosto, fue nuevamente detenido en su domicilio por milicias socialistas. La esposa consiguió seguirles hasta la puerta de la checa Socialista del Norte, sita en Martínez Campos, 8, convento de las Esclavas, donde fue rechazada, quedando allí detenido su marido. Ella volvió a dicha checa aquella misma tarde, tratando de que pasasen a su marido ropa y alimentos, contestándole los milicianos de la checa, que no le hacía falta nada. La última noche de su vida la pasó preso en el Cuartel de la Montaña con un médico y periodista santanderino y dos sacerdotes que les confesaron y les confortaron. De madrugada mandaron salir a los sacerdotes y los asesinaron. A continuación hicieron lo mismo con Justo. Era el 23 de agosto de 1936. Al médico lo libró uno de los milicianos y él fue quien facilitó estos detalles el año 1939.
Uno de sus sobrinos, Mariano Ramón, escribió con motivo de la beatificación una carta en la que elogia como santa a la mujer del mártir:
Sus crímenes fueron: haber prestado servicio militar en la Guardia Real hasta el advenimiento de la II República, haber pertenecido a la junta de un sindicato católico y haber dedicado parte de su tiempo a la atención de menesterosos en un comedor de caridad. Ante el pelotón de fusilamiento y durante su prisión en la cárcel Modelo, mostró gran fortaleza de ánimo y serenidad, según acreditaron quienes compartieron sus últimos momentos de vida.
Dejó viuda y seis hijos. Elvira, la mayor de doce años y el menor, Agustín, de uno. Ya no vive ninguno. Todos pasaron vacaciones escolares de verano en Huesca al amparo de sus tíos y primos. Jamás se observó en ellos rencor alguno contra los esbirros que fusilaron a su padre. Y entre mis recuerdos infantiles figura el relato del día que subieron precipitadamente a la terraza de su casa madrileña para recoger los panes que habían lanzado los aviadores nacionales, aun a pesar de que las autoridades rojas advirtieron del peligro que suponía su consumo pues estaban envenenados.
Ahora nuestro tío Justo va a ser canonizado [beatificado] y es de suponer que allá donde quiera que se encuentre compartirá esta gloria con la madre de sus hijos, pues si él hizo santa su biografía en la instantaneidad de unos balazos, ella, a su vez, se ganó la aureola de su santidad velando en interminables noches cómo sobrevivir y criar a sus hijos en un ambiente hostil y de carencias mil y agravado por el estigma de ser la primera viuda de un «fascista». Finalizada la guerra conoció que el delator de su marido estaba preso en la cárcel de Valencia y se le ofreció tomar venganza, lo cual ella declinó cristianamente. Santa tía María, santa madre de seis hijos, ruega por nosotros.
Se salvó del Desastre de Annual, pero no de la Revolución española
Joan Vernet Masip, sacerdote de 37 años, oriundo de La Vilella Alta (Tarragona), era regente de La Morera de Montsant, fue asesinado el 25 de agosto de 1936 en Juncosa (Lleida) y beatificado en 2013. Tras hacer el servicio militar en África en 1921, terminó sus estudios en el seminario y se ordenó en 1926. Párroco de La Morera de Montsant (Tarragona) al estallar la guerra, dijo al secretario municipal, que le aconsejaba esconderse: “No tengo miedo a la muerte, porque no he hecho nada malo, pero si Dios así lo ha destinado, lo acepto con resignación y conformidad”. Cuando el Comité revolucionario le exigió las llaves de la iglesia, pidió que le dejaran entrar un rato, que aprovechó para consumir el Santísimo. Después entraron los revolucionarios y comenzaron a tirar por tierra las imágenes. Mosén Joan advirtió a los que mandaban de la incultura que cometían y estos dieron orden de parar la destrucción.
Refugiado en casa de la familia Sardà, advirtió que si subían los de Scala para matarlo no lo escondieran, porque no quería crear problemas. El comité de La Morera lo condujo a su casa en La Vilella Alta, y a algunos que lo visitaban les dijo: “Por mucho que hagan los rojos, España volverá a ser lo que era. Quizá costará, pero la Iglesia triunfará y las iglesias se volverán a abrir. Aunque me maten, eso no tiene importancia, será lo que Dios quiera. No os apuréis, que no nos matarán a todos”. Estuvo en una casa de campo con el párroco de la Vilella Alta, Joan Sans, y se confesaron y animaron mutuamente. El 25 de agosto, el hermano de mosén Sans fue en taxi a recogerlo y llevarlo a Montblanc, pero en La Pobla de Cérvoles lo detuvieron, y al saber dónde estaba Vernet, fueron a apresarlo y fusilaron a los dos sacerdotes en Juncosa (Lleida). Joan Sans no ha sido beatificado.
«Dios me concede la gracia de morir mártir por Él». Ofició el responso por Calvo Sotelo
Agustín Navarro Iniesta, de 34 años y natural de Zurgena (Almería), era coadjutor de Carabanchel Bajo (Madrid), fue asesinado el 1 de septiembre de 1936 en el Pozo de la Lagarta (Tabernas) y beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar (también en Almería). En Carabanchel era también capellán del Colegio de la Santa Cruz; según la biografía diocesana ofició el responso por el jefe de la oposición parlamentaria secuestrado por policías gubernamentales y asesinado:
Con valentía, el trece de julio de 1936 ofició un responso en el Cementerio del Este de Madrid ante el cadáver de don José Calvo Sotelo. Asustada su madre por las consecuencias de su piedad, toda la familia regresó a Zurgena buscando refugio. Allí fue detenido y lo dejaron marchar a su casa a las pocas horas. Más tarde fueron a buscarlo y el presbítero, de tan sólo treinta y cuatro años, abrió la puerta y se despidió de su madre: « ¡Hasta el Cielo! Gracias a Dios que me concede la gracia de morir mártir por Él. » Fue martirizado junto a otros cuatro presbíteros de su pueblo.
El Patriarca Eijo Garay escribió a su familia: « Nada tienen que agradecerme por los favores que dispensé a su hermano, pues era un santo y celoso sacerdote y merecía todo el cariño del Prelado. » Su biógrafo, el padre capuchino Jesús María de Orihuela, escribió: « Ha pasado de esta vida a la eterna adornado con la estola de la inocencia de que se vistió en el bautismo. »
«Soy religioso ante Dios y ante los hombres»
Julio Alameda Camarero, de 25 años y natural de Castroceniza (Burgos), es uno de los cuatro carmelitas de la Enseñanza beatificados (en 2013), a su vez dentro de los 14 beatificados entre los asesinados en la última saca masiva del barco prisión Río Segre,el 11 de noviembre de 1936 (ver artículo del aniversario). Se empeñó en ir en la saca, al declarar cuando le preguntaron por su profesión: «Soy religioso ante Dios y ante los hombres»; a pesar de que un amigo logró sacarlo de la lista, con sus tres compañeros de religión se presentó más tarde, diciendo: «Nosotros somos carmelitas».
Arrojados a un pozo de azufre
Germán García García (hermano Luciano Pablo de las Escuelas Cristianas), de 33 años y natural de Quintanilla la Mata (Burgos), era uno de los cinco lasalianos asesinados el 18 de noviembre de 1936 en Lorca (Murcia) y beatificados en 2007 (ver artículo del aniversario).
La mártir más anciana
Aurora López González, de 86 años y natural de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), era la monja más anciana del instituto de las Siervas de María en Pozuelo de Alarcón (Madrid), en cuya estación fue asesinada el 6 de diciembre de 1936 (ver artículo del aniversario). Fue beatificada en 2013 (es también la mártir de más edad de los 1.875 beatificados hasta 2018).
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