Cuatro mártires del siglo XX en España nacieron un 23 de mayo: un sacerdote secular leridano, un operario diocesano castellonense, una monja de la Visitación ferrolana y un carmelita albaceteño.
Repartió la Comunión ante los milicianos
Magí Albaigés Escoda, de 47 años y natural de L’Albi (Lleida), era sacerdote desde 1913, y tenía los cargos de canónigo arcipreste de la Catedral de Tarragona y familiar del cardenal Vidal i Barraquer. El 21 de julio se reunió en la capilla de Palacio para hacer las últimas oraciones con el cardenal y su obispo auxiliar Borràs. Sumió las sagradas formas del sagrario y acompañó a los dos prelados a Poblet, con el también canónigo Monrabà y el beneficiado Viladrich, pernoctando en casa del presidente del Patronato, Eduardo Toda. La tarde del 22 regresó en tren a Tarragona. Se refugió en la calle Vilamitjana, 11 y esa misma noche en el número 9, piso tercero. Al día siguiente, unos milicianos habían hecho bajar a todos los vecinos del piso simulando fusilarlos en el jardín. En ese momento llegó Albaigés con un copón de formas consagradas. Un miliciano se lo quitó, diciendo que quedaba incautado, pero ante el gesto de contrariedad del sacerdote se lo devolvió diciendo: “toma, come, hártate”. Albaigés repartió las formas entre los presentes, diciendo “El Cuerpo de Cristo”, ante la mirada silenciosa de los milicianos. Entonces llegó Monrabà, y ambos fueron maltratados, llevados a comisaría y a un barco prisión. Albaigés fue sacado y asesinado el día 20 de agosto, apareciendo su cadáver en el cementerio de Tarragona junto a los de los obreros Joan y Pere Casas. Fue beatificado en 2013.
Le pidieron la bendición antes de rematarlo
Recaredo Centelles Abad, de 32 años y natural de Vall de Uxó (Castellón), sacerdote desde 1929 y miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús, era en Tortosa vicedirector de la casa de formación, prefecto del colegio de San José y rector del seminario menor. Tras poner a salvo a los alumnos, se ocultó en casa de un hermano, donde se dedicó a la oración, preparándose para el posible martirio y animando a las clarisas, allí refugiadas también.
El 2 de octubre fue asesinado su hermano Vicente, que envió antes una carta que Recaredo pudo leer y animarse con ella a ser también mártir. Preparó a la familia para la fiesta de Cristo Rey con un triduo. Y el día de Cristo Rey, 25 de octubre, llegaron por él y como no abrieron en el acto echaron abajo la puerta, dispararon contra su cuñado y se los llevaron a los dos. Salió de la casa recogido y sereno y con otras personas más fue llevado al cementerio nuevo de Nules y fusilado. No cayó muerto y uno de los milicianos, al ir a darle el tiro de gracia, le dijo que los bendijera. Como había caído sobre el brazo derecho pidió que le dieran la vuelta. Pudo entonces bendecirles con la mano derecha y seguidamente fue rematado. Fue beatificado en 1995. El 26 de febrero de 2012, sus restos mortales fueron trasladados solemnemente (foto) a su parroquia natal del Santo Ángel Custodio. Es hijo predilecto de su pueblo.
María del Carmen Barrera e Izaguirre (sor Josefa María), de 55 años y oriunda de Ferrol (Coruña), fue una de las seis salesas asesinadas el 18 de noviembre de 1936 (ver artículo del aniversario) en los Altos del Hipódromo de Madrid (hoy Nuevos Ministerios) y beatificadas en 1998.
Francisco Marco y Alemán (padre Alberto María), de 42 años y natural de Caudete (Albacete), fue el único carmelita de la antigua observancia ejecutado en Paracuellos de Jarama el 28 de noviembre de 1936 y beatificado en 2013. Era prior del convento de la calle Ayala en Madrid cuando lo sorprendió la guerra. El 20 de julio de 1936 fue clausurado el convento y el P. Alberto fue conducido a la llamada Checa de Fomento. El 3 de septiembre, tras indecibles traslados e interrogatorios, ingresó en la prisión de donde saldría para ser fusilado.
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