47 mártires del siglo XX en España terminaron su pasión el 8 de octubre de 1936: un sacerdote en Almería y 46 maristas en el cementerio de Montcada i Reixac (Collserola), con su provincial (el hermano Laurentino, Mariano Alonso Fuente) a la cabeza. Habían pagado un rescate a las autoridades catalanas para ser evacuados a Francia, pero la CNT-FAI los capturó y asesinó. Luego Tarradellas se gastó en armas el dinero del rescate. Además, este día es aniversario de la beatificación de los cuatro mártires de Nembra (Asturias) en 2016.
En las islas británicas, se conmemora a los beatos sacerdotes mártires Juan Adams, Roberto Dibdale y Juan Lowe (1586). En Rusia, la Iglesia ortodoxa ha glorificado como confesor al arcipreste Nicolás Rozov, muerto en 1941, tras haber sufrido años de trabajos forzados.
Después de la del obispo Borrás y sus 146 compañeros, la causa más numerosa de quienes fueron beatificados el 13 de octubre de 2013 era la de Casimiro González García (hermano Crisanto) y sus 67 compañeros maristas.
En la beatificación de 2007 había también un grupo de esa congregación, en concreto los maristas de Barcelona que fueron engañados, prometiéndoseles una evacuación a Francia. Los mataron el 8 de octubre de 1936. El rescate que pagaron los maristas franceses se lo gastó Tarradellas en armas compradas en Suiza, para lo cual no dudó en extorsionar a los ciudadanos de esa confederación residentes en Cataluña.
El 8 de octubre de 1936 fueron asesinados en Montcada i Reixac 46 maristas que, como los dos procedentes de Valencia asesinados días antes, pretendían marchar en barco a Francia. Entre ellos está el provincial Mariano Alonso Fuente (hermano Laurentino, de 54 años), que organizó la expedición. Para el año 1933 había escrito a los maristas este mensaje:
“Oh, vosotros, los que decís cada día a Dios que le amáis con todo el corazón y con toda vuestra alma y todo vuestro ser, ahora es tiempo de mostrarlo. Sí, ahora que los que perseveran en su amor se ven befados, postergados, calumniados, privados de sus legítimos derechos de ciudadanía, vilipendiados y hechos el blanco de satánica persecución. Ahora es tiempo de mostrar hasta dónde llega la fidelidad que habéis jurado al Señor. Ahora es tiempo de probar que vuestros deseos de sacrificio no son ilusorios y pura fantasía, que también los que hoy dan prueba de cobardía y desertan de la buena causa, quizá se creyeron un día invencibles […]. Ahora va llegando el tiempo en que se verán los valientes, los que todo lo pueden en Aquel que nos conforta y es vida y fortaleza nuestra, los que por nada del mundo pierden el sosiego sino que, parapetados detrás del baluarte divino, parece que su ánimo se agiganta ante las dificultades y zozobras del momento. No se arredran ésos, no, ante los mayores sacrificios, aunque bien conocen su pequeñez, como no se arredraba ante los tiranos y perseguidores […] la pléyade de mártires y confesores, enamorados de Cristo Jesús. Ahora es tiempo de alegraros y de regocijaros, según nos dice Jesús, y como hicieron los apóstoles cuando les llegó el momento de padecer trabajos y persecución por el nombre de su divino Maestro.
Por otra parte, no somos nosotros los perseguidos, sino que es a Jesús a quien persiguen en cada uno de sus fieles siervos. Cada uno de nosotros sufre por uno, pero Él padece en todos sus miembros.
Acallad, pues, vuestras quejas y lamentos vosotros los seguidores del Redentor, que aún no habéis llegado a los dolores del Calvario ni a la desnudez del Salvador. Él calla, ora, padece y redime. Orad, reparad, trabajad, cooperad vosotros con Él en la salvación de las almas. ¿Queréis mejor preparación para celebrar el 19° centenario del drama sangriento del Calvario?
Ahora es tiempo de reparar más eficazmente, por sí y por los demás, el menosprecio hecho a Dios. Ahora es tiempo de hacer violencia al cielo con férvidas y continuas plegarias en beneficio de los intereses de Dios y de su Iglesia, y en beneficio de las personas y obras que nos son tan queridas o que nos están particularmente encomendadas. Sí, ahora es tiempo de orar, y de orar bien y como lo exige nuestro estado. Ahora, ahora,… y sin esperar a después ni a mañana.
Es hora de aprovecharse de este tiempo de prueba, que es tiempo de gracia y bendiciones. […] [Es tiempo de] no sucumbir un punto y sufrir hasta morir, si es preciso, por defender el nombre de Cristo y por defender […] la escuela católica tan seriamente amenazada y tan sañudamente combatida hoy día en nuestra patria”.
El hermano Laurentino pudo haber marchado a Italia, pero se quedó para gestionar el paso a Francia de 117 jóvenes formandos. Él y otros 106 cayeron en una trampa. El 7 de octubre, en el puerto de Barcelona, fueron arrestados en el buque Cabo San Agustín, que tendría que haberles llevado a Francia después de haber pagado la cantidad de dinero acordada con la FAI. Durante la noche, el hermano Laurentino y otros 45 maristas fueron asesinados en Montcada i Reixac.
En el libro El precio de la traición, del que es coautor el marista Mariano Santamaria, Miquel Mir recuerda que las patrullas de la CNT-FAI estaban en manos de Aurelio Fernández, secretario general de la Junta de Seguretat Interior de la Generalitat (Comisaría de orden público), y de José Asens, Manuel Escorza, Dionís Eroles y Silví Torrent, jefe dela checa de San Elías. Los maristas de Francia negociaron el rescate de sus hermanos españoles con Aurelio Fernández. Mir documenta un encuentro, en el café Tostadero, de la plaza Universitat, donde se pactó la entrega de 200.000 francos a cambio de la inmunidad y salida de España de los maristas:
“La cita era en el puerto, donde les esperaba un barco, fletado por Francia, que les debía llevar a Marsella. Los maristas, confiados, abandonaron sus escondites y se dirigieron al barco. Sólo tenían que dar la contraseña pactada, Asunto Ordaz, para que les dejaran pasar, Iban a una ratonera. Les desembarcaron, les metieron en dos autobuses y les llevaron a Sant Elies. Allí, Aurelio Fernández, dirigiéndose a los patrulleros, les felicitó: ¡Buena caza, compañeros. Os felicitamos. Cómo os divertiréis con estos conejitos. Que tengáis buena puntería!”.
Según resumiría Josep Massot en La Vanguardia el 20 de marzo de 2010, “el fusilamiento de un segundo grupo quedó frustrado porque un patrullero de Sant Elies, Vicenç Subirats, reconoció a Pere Soler, hermano de un amigo suyo, teniente de los Mossos d’Esquadra, quien consiguió llegar hasta Companys e informarle de lo que sucedía. Según Mir, así se consiguió salvar la vida de 62 maristas”, mientras que los 200.000 francos, según el diario de José Asens, fueron entregados a Josep Tarradellas, conseller de Finances. El 27 de octubre de 1936, el dirigente anarquista Joan García Oliver testificó que fue a pedir a Tarradellas 5.000 francos para el Comité de Milicias y que Tarradellas le dijo: “Ten los cinco mil francos. Todavía están calientes, porque pertenecen al paquete de miles de francos que acaba de entregarme Aurelio, procedentes del intercambio por la libertad de maristas”. Asens aseguró que Tarradellas les dio 100.000 francos para comprar armas en Suiza y 200.000 más para meter en una cuenta bancaria a nombre de la Conselleria de Finances. Asens partió en un Buick a Suiza. Un accidente llamó la atención de la policía, que los detuvo de inmediato. Desde el calabozo, Asens logró enviar un mensaje –enrollado en una patata– para que detuvieran en Barcelona al director de Hispano- Suiza, Braget, y a cuantos suizos pudieran. La orden se cumplió de inmediato y las autoridades suizas, asustadas por la suerte de sus ciudadanos, lo liberaron. Las armas llegaron a Barcelona camufladas en cajas de verduras.
Mir insinúa que, al acabar la guerra, Tarradellas se sirvió de la cuenta de Suiza para reagrupar a Esquerra Republicana. Vigilado por los maristas, delegó en testaferros las idas a Ginebra. “Los autores -según el resumen de Massot- se preguntan hasta dónde llega la responsabilidad de Tarradellas, su posible dejadez de funciones o conocimiento de los hechos. Mir cree que Tarradellas necesitaba, al principio, el apoyo de los anarquistas para compensar el peso de los comunistas. El autor cita a García Oliver (El eco de los pasos), que exigió a Tarradellas la liberación de Aurelio Fernández, con la amenaza de acusarle a él y a Companys de haber participado en las negociaciones del rescate de los maristas”. En su libro, Mir asegura que conserva 742 órdenes de detención de patrullas de la CNT-FAI dictadas contra miembros del Círculo Ecuestre, la Lliga y carlistas, que se derivaron en 700 ejecuciones en el cementerio de Montcada i Reixac.
El sacerdote José María Ruano López, natural de Almería y de 48 años, era párroco de Benahadux, fue asesinado en Rioja (Almería) y beatificado el 25 de marzo de 2017 en Roquetas de Mar, en la misma provincia.
Puede leer la historia de los mártires en “Holocausto católico” (Amazon y Casa del Libro).
Puede suscribirse a esta lista de correo si quiere recibir en su e-mail la historia del mártir de cada día.
16 comentarios